Basada en la famosa serie animada de la decada del 90, llega a la pantalla de Netflix un interesante experimento que merodea entre el jazz, los vaqueros espaciales y la cultura oriental.
Cowboy Bebop es un wéstern espacial de acción sobre tres cazarrecompensas —los «vaqueros»— que luchan por olvidar su pasado mientras explotan cosas por los aires. Tan distintos como letales, Spike Spiegel (John Cho), Jet Black (Mustafa Shakir) y Faye Valentine (Daniella Pineda) forman un equipo dispar listo para perseguir a los criminales más peligrosos del sistema solar... si la recompensa lo vale. Pero, aunque se libren de muchas estratagemas a base de tiros y gags, al final tienen que enfrentarse a sus propios demonios.
La historia se centra sobre “Fearless”, quien pertenecía a la CGT de los asesinos a sueldo y quiso salirse del gremio, acción que no está permitida por convenio, por lo que deciden matarlo, o eso creyeron. Bajo el nombre de Spike Spiegel se embarca como un cowboy junto a Jet Black, un ex policía traicionado por su fuerza y devenido en cazarrecompensas también. Para los nostálgicos y fans de la serie animada, esta versión live action no defraudará en absoluto ya que se mantienen algunos de los puntos centrales que supieron enamorarlos allá por el año 1998.
El principal cambio que presenta esta nueva versión de Cowboy Bebop (2021) es su estructura. La obra original constaba de 26 capítulos de 25 minutos cada uno. Para esta nueva serie se ha adaptado a un formato más cercano a la televisión convencional con 10 capítulos de 45 minutos.
La esencia es casi la misma ya que muchas tramas y fugitivos son iguales a los planteados en el animé. La diferencia radica en que la trama en líneas generales ha escogido muchos capítulos o planteamientos de estos y les ha dado un giro de 180º. El primer punto sobre el que se temía era el relacionado a lo artístico. Un universo tan amplio y detallado por medio de la animación suponía un verdadero reto para el equipo. Había muchas maneras de afrontarlo, pero con la tonelada de guita que puso Netflix se encuentra bien logrado.
La puesta en escena y todo lo relacionado a la experiencia visual (vestuario, decorados, maquillaje…) es asombrosa. Homenajea perfectamente no solo a la serie original, sino a aquellos referentes que tuvo el animé de los 90 en el proceso de su creación. Puede parecer algo obvia o simplista, pero esta es una decisión premeditada que busca alejarse del realismo, para alcanzar el estilo de la antigua ciencia ficción.
Esto quizás se debe a otros live action de Netflix como Full Metal Alchemist o Death Note, que no fueron para nada bien logrados. Querían escapar de ese fracaso y crear algo completamente nuevo que, aunque respetando los elementos de caracterización esenciales, pudiera permitirles innovar y arriesgarse en el diseño de arte.
El resultado final de Cowboy Bebop es muy interesante y entretenido. Bastante parejo en líneas generales sobre su metraje, el formato televisivo ayuda en el desarrollo de la historia y del arco de los personajes. Entretenimiento, diversión y muchas explosiones, ¿qué más querés?
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