El pasado domingo 8 de mayo en Lucille, se llevó adelante el Music Festival bajo la proyección del documental de Luca Prodan y bandas en vivo como Invasivos, Sonia y Intensos, Suspensivos Inflamables, NTK y Black Tender. El encuentro comenzó con la proyección del mítico ex líder de Sumo.
El metraje cuenta con la dirección del cineasta Rodrigo Espina y se realizó a fines de los 90. Tuvo como objetivo la recuperación de testimonios y diferentes materiales de archivo para mantener viva la esencia de una persona que atravesó la vida de muchos y muchas. Cuenta con una excelente búsqueda y selección de audios grabados por el mismísimo Luca Prodan en un cassette, reportajes que hacían a las anécdotas de aquellos que rodearon parte de su vida. Fotografías, portadas de discos, revistas, videos grabados de algunos conciertos que se pudieron gozar durante los 80, y ni hablar del "soundtrack " de cada canción oscura y visceral del tano.
En ella se puede encontrar parte del rock y algo de lo que supo crear en Sumo. También es un viaje en el tiempo, cerca de los 70 y 80; su educación en Italia y Escocia, la concepción del arte y la cultura, quiénes formaban parte de esta, la lucha de una familia por encontrar un mejor destino, aunque con ciertas exigencias y deslices, y una problemática de consumo que hasta el día de hoy seguimos viendo en tantas personas. Su director Espina se tomó el tiempo de mostrar sobre la vida de Prodan, que según él, le dejó parte de ella para ser película.
Luca La Película comienza como película, en una escena que parece tanto a una ficción, desde planos de la entrada a su mítica casa con las puertas y paredes escritas, llegando hasta una casita, en el medio de nada, lejos de ser San Telmo. De fondo una reliquia de cassette dando pie a una historia de vida; se toma un trago y comienza. Comienza desde cero, su entorno con la familia y tierra natal; nacido en Italia en 1953, fue enviado a un colegio Escoces- Inglés, aunque su forma de vivir y pensar al mundo estaba demasiado lejos de esa élite educativa. No tuvo mejor idea que negarse a esto que según él nombraba como “sistema de niñitos ricos”.
Comportándose como ese rebelde que lo supo caracterizar -libertad, divino, tesoro- sus bardos tuvieron consecuencias en castigos físicos y psicológicos que se fueron acrecentando. Eran los 70 y las instituciones educativas, incluso en Gordonstown School, funcionaban desde esta pedagogía opresiva. Es Cecilia Pollock la que relata cómo su hijo se escapó del colegio para ser una persona poco organizada, lejos del ideal que se imaginaban en aquellos tiempos.
Metiendo la pata más de una vez, buscado por las fuerzas de seguridad, en consumo y vínculo con las drogas, de camino a casa, Prodan junto a su madre fueron detenidos en el aeropuerto por pedido de captura; “qué clase de madre es usted” – “una que cría, no como a ustedes” respondió. Así se lo llevaron y quedó detenido durante un tiempo, que podía ser menos si hubiera aceptado la fianza de su padre y del cual rotundamente se negó. Quedó exento de votar y tener un cargo público; “uy que bien, pero que maravilla, esto es un regalo” devuelta a un cassette. Aun así fue en 4 paredes que se dedicó a escribir algunas de las mejores poesías y canciones.
Pasan los años y entre idas y vueltas Prodan llega a la Argentina, se rodea en las sierras de Córdoba y comienza su dedicación a la música. Tal vez sin pensar que tiempo después tendría una banda junto a Alejandro Sokol, Germán Daffunchio, Ricardo Mollo, Diego Arnedo, Roberto Pettinato, Alberto Troglio y Stephanie Nuttal, la mítica batera que no podía faltar en el documental. Se muestra recordando su llegada al país como si hubiera sido ayer; pérdida en tanto suburbio, su cable a tierra para asegurarse de dónde estaba fue ver a Luca. Así lo recuerda, casi llorando, emocionada. También recuerda uno de sus primeros conciertos en Obras siendo telón de Riff “Me gritaban puta por ser una mujer tocando la batería“ cuenta Nuttal mientras ríe a carcajadas. Cosas así podemos ver en el documental, desde el funcionamiento de las instituciones en el modo de aplicar castigos bajo el lema de aprendizaje y ordenanza, qué pensaba la gente sobre las mujeres que ocupaban un lugar en la escena musical y ni hablar de cómo con gracia el Bocha contaba que espiaba por la cerradura a las mujeres mientras se vestían. Son diálogos en crudo, como si no hubiera cámara y un detrás, como si algo de eso fuera normal dentro de sus cotidianos.
Personajes lejos de lo moral, (aunque de eso no esperamos) familias como la madre y su hermano Andrea Prodan contando experiencias desgarradoras. De alegría pero con tintes de sufrimiento por una pérdida que intentaron estirar, sabiendo que en algún momento iba a pasar. El sueño de una aparición cuando Luca ya había muerto; “su saludo de Hola ma, fue una manera de mostrar que estaba vivo y que estaba bien”. La culpa por la pérdida de su hermana, sus problemas con las adicciones, sus amores, sus amantes, sus amistades y sus pedidos de ayuda, algo de eso era Luca. Y si bien es imposible volcar tanto en un material audiovisual o escribir libros, cualquier cosa quedará corta para tanta vida, vida atravesada por un imperfeccionismo constante lejos de ser él mismo. Eso también era Luca.
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