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El Legado de la Bestia intacto

Iron Maiden desplegó todo el poder del Heavy Metal con un show en clave histórica y con una puesta en escena teatral descomunal y una lista donde no faltó ni un hit.

A esta altura del partido, sin dudas tenemos que ubicar a Iron Maiden en el panteón de las leyendas del metal internacional. El sexteto británico no solo cuenta con una trayectoria destacable por su nivel musical y su reconocimiento mundial, sino que le agrega una vigencia que pocas bandas sostienen después de casi 45 años de historia. Todo lo que puedan imaginar que debe ser una banda de heavy metal arriba de un escenario, todo eso es Iron Maiden. En once presentaciones en Argentina (Y luego de haber sido destacados como visitantes de honor en nuestro país), la banda siempre ha realizado shows memorables, y van por más.


Dicho esto, las expectativas por verlos nuevamente en suelo argentino eran altas. La Doncella de Hierro visitaba Latinoamérica con el tour “The Legacy of the Beast”, una gira alusiva a su juego para dispositivos móviles donde nuestro querido y terrorífico Eddie recorre diferentes escenarios encarnados en los numerosos discos del grupo. El lugar “elegido” para el show fue el estadio de Vélez, donde habían hecho la presentación de The Book of Souls hace tres años. Intuimos por las declaraciones de Bruce Dickinson que la intención no era inicialmente la cancha ubicada en Liniers, “Es una lástima que no estemos tocando en un lugar más grande. La próxima vez tocaremos 2 ó 3 noches en el maldito estadio de River Plate”.


El recital en si comenzó apenas pasadas las 21:20, luego de mostrar un pequeño video promocional del mencionado juego para móviles. Sonó “Doctor Doctor” en los parlantes, dio lugar al clásico discurso de Churchill, y ahora sí la demoledora “Aces High” saliendo al frente con una escenografía impactante. Un avión gigante sobrevolando el escenario mientras Dickinson, vestido como piloto de la segunda guerra mundial, entonaba el clásico “Run, live to fly, fly to live, do or die”. Sin dar el mínimo respiro siguieron “Where Eagles Dare” y “2 Minutes to Midnight”, tres bombazos para levantar la temperatura de Vélez y ubicarlo en clave histórica anclada en las luchas bélicas del viejo continente. Dickinson se refirió a la opresión de Inglaterra sobre los escoceses antes de ponderar la figura de William Wallace como libertador y entonar “The Clansman”, que luego cedería su lugar a la polémica “The Trooper”.

Luego de once visitas a nuestro país, finalmente el querido Bruce entendió que al público argentino no le simpatizaba demasiado ver flamear la bandera británica en nuestro suelo. Afortunadamente fue la celeste y blanca la que levantó durante la canción, mientras un Eddie de tres metros lanzaba espadazos a los músicos vestido como soldado inglés.


Vino el primer cambio fuerte de escenografía, ahora encarnado en la religión, con “Revelations”, “For The Greater God of Gods”, “The Wicker Man” y “Sign of the Cross”. La base desplegada por Nicko McBrain y Steve Harris tenía una prolijidad y una potencia que dejaba el espacio para que el juego de guitarras entre Gers, Murray y Smith solo deba preocuparse por vestir las canciones con solos furiosos y los familiares riffs virulentos de cada canción.


El segundo bloque lo cerró “Flight of Icarus” con juegos de fuego desde el escenario acompañados por Bruce Dickinson y su lanzallamas vigilado por una imponente figura alada montada detrás de la batería de McBrain que cayó presa del fuego (todo esto metódicamente esperado) al finalizar la canción.

El tramo final no dio respiro. Primero llegó “Fear of the Dark”, himno del Heavy Metal, solo bastó escuchar sus primeros acordes para el delirio de las casi 50.000 almas que coparon Liniers la noche de sábado. A su paso siguieron la demoníaca “The Number of the Beast” y “Iron Maiden”, dándonos a entender que se acercaba el final. En casi dos horas de shows no habíamos percibido el más mínimo desliz de sonido, la banda era una explosión demoledora de riffs y solos sonando con una perfección milimétrica.


Los bises tuvieron una triada infaltable para ponerle el broche de oro a una lista que estuvo pensada para los más fieles seguidores. “The Evil That Men Do”, “Hallowed Be Thy Name” y la alegórica a la fecha, “Run to The Hills”, que denuncia las masacres inglesas a los nativos americanos en épocas de la conquista de nuestro continente.

¿Qué agregar? Iron Maiden es sin lugar a dudas una de las bandas trascendentales del metal internacional. Una vez más apostó por un show descomunal que va mucho más allá de tocar bien una lista de canciones. La propuesta tuvo una puesta en escena difícil de explicar en palabras, realmente impactante, una lista pensada con un hilo conductor histórico (perfil más que interesante para quien desee adentrarse en las letras del grupo británico), y un sexteto de músicos mostrando todo lo que saben con sus instrumentos.


El legado de la Bestia está más vigente que nunca.

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