Se acerca la edición “2020” del Cosquín Rock, mítica comunión que une a argentinos y argentinas en las sierras de Córdoba.
No resulta novedoso que el festival de rock más grande del país incorpore a sus aristas musicales por excelencia otros diversos géneros. Pasó ya, en sus ediciones anteriores, no sólo el rock “de barrio” o el rock clásico, hito de nuestro arte, eran parte de esas grillas que se las ingeniaba para llevar hasta las altas cumbres a miles de argentinos y argentinas. Escenarios exclusivos de metal, reggae, entre otros se hicieron lugar para grandes multitudes, además de escenarios principales donde se podía ver y escuchar desde bandas como Los Piojos, Bersuit Vergarabat, Divididos hasta íconos de nuestra cultural musical, ante esto último me refiero a artistas del calibre de Charly García, Luis Alberto Spinetta, Pappo, entre muchos otros más.
En esta edición 2020 que se viene la grilla contempla varios cambios a grandes rasgos, por un lado, la ferviente presencia de mujeres y disidencias participando como artistas y como laburantes del detrás de escena; por el otro, la inclusión de una lluvia de artistas que para muchos atentan al llamado “rock” que consigna a este festival. Resulta que el Cosquín Rock en esta ocasión, permitió abrir horizontes para que el Trap y el FMS sean la nueva ficha de la juventud en esta era musical. Para esto, la idea del Espacio Alternativo Naranja, será dar lugar a batallas de pibes y pibas que usaran sus palabras, implicaran sus tintes y sus estilos para atraer con sus rimas a una parte del público que ya fue atrapada por este género que hoy está haciendo algo más que ruido.
Ante esta grieta musical si que quiere, surgen inquietudes y debates, pero hay una sola verdad: el Cosquín Rock atenta al estigma rockero perse, porque el Cosquín Rock es un festival que incorpora géneros, diversos, para diferentes públicos. No debería sorprender que un festival como tal y justamente el más grande a nivel país, acceda a las diversas necesidades de los diferentes tipos de públicos que se gestan al paso del tiempo.
Además pensemos, ¿qué es el rock? En definitiva, pensamos al rock como un género y encasillamos cierta forma de “hacer música” para tal forma de percibirla. Pero, ¿qué es el rock en Cosquín Rock?
Cualquier festival a gran escala responde a ciertas necesidades de las masas, esté o no dirigido a un público en particular. Y si hay posibilidades de desarrollo, las vías generalmente tienen que ver con diversificar y ampliar. Cosquín Rock es un claro ejemplo, la historia y los hechos lo demuestran. Sus comienzos fueron a prueba y error, con sede en la Plaza Próspero Molina en la ciudad de Cosquín, para pasar por San Roque y reubicarse definitivamente en la localidad de Santa María de Punilla. No es casual, el alcance y la masividad de público (hablamos de más de cien mil personas) que atraía necesitaba de una adaptación constante. Y no hablamos sólo en términos de espacialidad.
La adaptación es lo que hace que, festivales masivos o en vías de desarrollo, necesiten transformarse y adecuarse a cada contexto que lo amerite. En el caso del Cosquín Rock, la edición 2020 y su grilla con aristas musicales diferentes, hace notar a gran escala la repercusión que tuvo y que tiene la juventud y su impronta (su esencia rockera en sí) para quienes producen y organizan esta movida. Así como lo musical, espacial y generacional. No pasa porque antes estos géneros no eran parte activa de nuestra cultura, ni porque no sean parte del consumo de nuestro público, es que hoy, el Cosquín Rock no responde a un género sino a los consumos en los tiempos que corren. Esos consumos los generamos nosotros y como producto, se adapta a las necesidades de sus consumidores. Además, ¡qué mejor noticia que la diversidad en tiempos de hegemonías masivas! Esta oportunidad de un Cosquín diferente, es un reflejo de nosotros como sociedad también, guste o no guste. Porque claro, si no gusta, no se consume aunque a simple vista, eso no va a ser lo que suceda dentro de un mes.