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“El primer día de ensayo después de cortar, no había pasado nada”

Leo Pazos habló en Radio Gráfica sobre esta nueva etapa de CieloFinal. La relación con La Renga y el público durante dos décadas de música.

CieloFinal es de esas bandas que han hecho pie en el público barrial de rock. Veinte años de trayectoria los respaldan. En el medio debieron decir basta para volver a arrancar con otra cabeza. El mundo del rock es impiadoso con la vida del “rockstar” y cuando los veinte años empiezan a ceder, el cuerpo pide un descanso. Así lo vivió la banda, que en 2012 puso un freno. Un freno que duraría 4 años. En 2016 volvieron con otra madurez, otra edad, la misma energía.


En vísperas del festejo de los veinte años nos visitó Leo Pazos. Baterista del grupo desde su nacimiento. Hoy radicado en Córdoba. Encontró la forma de seguir vinculado a una banda que mide sus pasos con otra mesura. Leo se sentó en el estudio de Radio Gráfica y su voz reflejó esa madurez de la que hablamos: “nos tomamos la vida y la banda de otra manera. Empezamos con veintidós años, ahora tenemos veinte años más. Tenemos hijos, familia. Eso hace que cambie todo”. Agrega que el disfrute llega desde otro lado, en cada encuentro del grupo, en cada asado, ya sin el ritmo frenético de los primeros años.


Por su parte, Leo confiesa que ya tenía la decisión de irse a vivir a Córdoba. Esta decisión ayudó a parar. Analiza pausadamente, lo que significa sostener un grupo musical como CieloFinal en la metrópolis porteña. “Es difícil, no imposible, pero difícil. Ahora vemos la banda y la música desde un lugar más sano para todos. Nos gusta más esto. No reniego de nada de lo vivido, estoy muy feliz de todos estos años, pero todo tiene su tiempo. La banda también es parte de eso”.

Siguiendo en esta línea, Pazos expresa que en los primeros años del grupo la vida pasaba por tocar. La prioridad de todos era CieloFinal: “si teníamos que tocar y era el cumpleaños de mi vieja, tu tía, tu hermana, no importa. Teníamos que tocar, primero venía la banda, y después todo lo demás. Así siempre fue CieloFinal, siempre pusimos todo y más. Quedas baqueteado. Le pones todo y no te deja tomar aire. Eso te perjudica a la larga. Tenés la música, los amigos, la familia, eso te retroalimenta, pero la sociedad te la da fiero”.


Lejos del mito del rockero reventado, Leo nos cuenta las consecuencias de esa vida al palo. De vivir tocando, ensayando, juntándote con los pibes de la música: “dormís poco, comes mal. Eso repercute en que te salgan las cosas mal”, y suma; “ahí te preguntas ¿qué estamos haciendo? Paramos, tratamos de hacer las cosas más sanamente para poder seguir dando lo mejor. No queremos hacernos los reventados”.


Consultado sobre la respuesta del público de CieloFinal, “Los caídos”, Leo nos contó cómo fue ese momento de contarles que paraban: “les fuimos de frente. Ahí te pueden entender. Si vos los chamuyas, les mentís, ahí estás meando afuera del tarro. Si vas con la posta con el tiempo te van entendiendo”. Aclaró que las ganas de tocar nunca se fueron. Ese corte fue salud y recargar pilas para volver a encontrarse. Y sobre el regreso, cuatro años más tarde, Leo recuerda: “el primer día después de esos cuatro años, no había pasado nada. Casi nos ponemos a llorar, nos abrazamos ese día. Ahora siempre nos abrazamos”. Agregó que el sentido de la banda cambió. Lo gratificante de estar haciendo lo que les gusta, y que además eso llegue a otro. Eso es un motor.


Más cerca del final apareció una banda clave en la historia de CieloFinal: La Renga. Leo nos cuenta que el trio de Mataderos siempre estuvo vinculado de alguna forma. Incluso al nacimiento de CieloFinal: “la persona que nos juntó en aquel momento era el prensa de La Renga. Ahí nos unimos. A mí Fernando, el manager de La Renga, me conoció zapando en un cumpleaños del Tete”. Un casette con unos temas, una juntada en un ensayo con Esteban Prieto y Gonzalo Cueto un 15 de febrero del 2000. Y desde ahí no parar nunca.

Pero la relación con La Renga se mantuvo con los años. Seis meses después de formar la banda, CieloFinal graba Miradas (2000), su primer disco. “La idea era grabar un tema, y terminamos grabando nueve. Ese día vino Chizzo y nos hizo de productor. Ahí tenés las primeras enseñanzas. Podes ser recontra conocido y tener una humildad que va más allá”. Para el segundo disco, Hundido en el Tiempo, No te cansa Imaginar (2002), fueron a la sala de La Renga, donde les facilitaron todos los equipos del lugar. La grabación gustó y hasta tocaron un tema con Chizzo. Pero la enseñanza va por otro lado: “lo que nos “cobró” fue que si alguna vez nosotros teníamos la oportunidad de tener una sala y hacer lo mismo que ellos, lo hagamos por otra banda. Eso fue en medio de la debacle de De La Rua. En medio de todo ese quilombo, ellos nos dieron todo”.


CieloFinal está cumpliendo veinte años en nuestro rock. Marcados por La Renga, saturados del reviente, reinventados en el disfrute mesurado y el encuentro. Es de esas bandas que mantienen lo sano del “rock de barrio”, que nos marcan el camino a los más jóvenes mostrándonos que hay otras formas de hacer las cosas. Por motivos de público conocimiento el festejo ya no será el 21 de marzo. Si el clima amaina, habrá rock en Woodstock el 2 de mayo próximo. Lo que es seguro que ahí estaremos para acompañar a una de las valiosas expresiones que tiene nuestro rock.

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