La banda de Mataderos estrenó “Nagual en Estadio Obras” este sábado por la noche. Uno de sus shows más importantes llega como mimo en tiempos de soledad.
Se hace difícil llevar los días de cuarentena en nuestras casas. En días como estos el arte toma un rol fundamental en la compañía y suaviza el bajón de estar encerrados. Las bandas van pensando estrategias, muchos vivos de Instagram, acústicos desde la intimidad de sus hogares. No hay distinción de grandeza, desde las bandas under hasta las consagradas. Todas ponen su granito de arena para que esto sea menos peor, mientras dure.
Este sábado el regalo más lindo nos lo hizo Nagual. El grupo oriundo de Mataderos que atraviesa un presente inmejorable desde aquel Obras en noviembre del 2017. Y precisamente con aquel Obras tiene que ver el regalo. Nagual subió en su cuenta oficial de YouTube el recital completo de ese sábado 11 de noviembre en que “el barrio llegó a Obras” como ellos mismos resaltaron. Pocos minutos bastaron para que todos y todas las nagualeras hicieran estallar el contador de visitas del video. Se preparó ese fernet, se destapó esa birra, se matizó ese sábado en casa con los pibes de Nagual.
El show de casi dos horas y media da inicio con la profunda voz de Atahualpa Yupanqui y su Destino Del Canto. La relación fuerte con la tierra patria está siempre presente en el grupo. Nada pasa y se empiezan a escuchar los acordes de la balada “El Whisky y la Luna”, uno de los más entraderos de su último disco, Ciudad de Fuego (2017). Los recuerdos afloran rápido, la piel tiene memoria y se eriza con la vivencia del vivo. La imperfecta y emotiva voz de Ciriaco Viera entona clásicos y las cámaras recorren ese sueño materializado en el “Templo del Rock”.
El resto es historia conocida. El repaso por sus discos, todos. Javi Quintana, el muralista de las marchas en la calle, garabateando la silueta de Santiago Maldonado al ritmo de “Espina”, el “Tano” Marciello tocando el cantó a la resistencia de “Hacia la Montaña” y su poderoso “Acá no se cambia”. El recuerdo inevitable de Leo Padilla, “Tete” de La Renga siempre presente. Sin dudas una inyección de rock, nacional, con calle.
Nagual nos regaló este sábado un poco de su compañía con ese vivo que muchas y muchos pudimos compartir hace dos años. Una ventana que nos hace escaparnos por un rato del encierro, con la certeza de que siempre habrá algún dolor, pero con el vendrá también la ilusión.