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The New Abnormal: Los Strokes regresan tras siete años en pausa

Los “salvadores del rock” volvieron a lanzar material luego del rotundo fracaso de Comedown Machine en 2013. Se tomaron su tiempo, es verdad, pero el nuevo disco de Casablancas, Hammond Jr. y compañía superó por mucho a su predecesor.

Quizás haya sido el hecho de que, tras algunos traspiés, se les haya quitado la presión y expectativa que generaban al momento de presentar un disco. Así llegó The New Abnormal, silbando bajito, el pasado 10 de abril, fecha de su lanzamiento. Pese a la situación de pandemia mundial, la banda eligió correr el riesgo y apuntar al formato digital con fuerza. Este disco ya había contado con algunos sencillos previos: "At the Door", "Bad Decisions" y "Brooklyn Bridge to Chorus", siendo estos dos últimos los temas más gancheros del álbum.


La recepción en general fue de diversa a mala. Algunos medios especializados destrozaron el disco, otros fueron más benevolentes y solo unos pocos le dieron pulgar en alto a la sexta entrega de los chicos de Nueva York. Personalmente puedo decir que me gustó. Lejos estamos de las pretensiones de que tengan ese sonido enojado, visceral y guitarrero del 2001, cuando salieron a la cancha con Is This It. Tampoco vamos detrás de la superproducción que marque la cumbre compositiva del grupo. Los Strokes lanzaron un buen disco, suena a ellos, rompe un poquito y no apunta a ser la piedra filosofal de rock del año. Para The Strokes cargar con el mote de "salvadores" desde su concepción siempre les puso una vara más alta que al resto de las bandas de su género.

Pero vamos al disco. Arranca con marca registrada: “The Adults Are Talking” es una canción que sigue manteniendo la vibra del garage rock que vio nacer a The Strokes, pero con una vuelta de tuerca que responde a la evolución del alternativo durante estos años. En “Selfless” entra en una secuencia más melancólica, arpegiada por Hammond Jr. mientras Casablancas canta: “¿puede el lado oscuro iluminar mi salida?”, en la clave que va a usar todo el disco: depresiva y solitaria.


El primer quiebre es con “Brooklyn Bridge to Chorus”, uno de los sencillos. Las teclas se lucen en un loop que juega entre el pop de los ochenta y las influencias que trae Casablancas de sus participaciones junto a Daft Punk. La melodía es pegadiza, alegre, de esas que te hacen mover las piernas en el bondi. Le sigue “Bad Decisions”, aniquilada por la prensa; quizás no sea “Reptilia” o “Someday”, pero es una buena canción. El riff se repite bastante al principio mientras el resto de la banda va entrando a ocupar posiciones, el fraseo melódico es para radio. Hammond Jr. va saltando de un riff a otro con la base jazzera que lleva Moretti desde la batería, en un tema que lo tiene como protagonista principal.


Casablancas hace lucir su amplio espectro vocal en “Eternal Summer”. Hammond tira estiletazos brillantes con la viola mientras la canción nos lleva a una disco de los años ochenta. “At the Door” se acerca todavía más a la electrónica. Es uno de los temas que no suenan a esos jóvenes años dos mil en Nueva York. Se arriesga un poco más. Baja la velocidad respecto de sus predecesores, se vuelve un tanto repetitivo por momentos. Es oscuro, depresivo y extenso. Extraña elección para un corte.

La triada final es muy fiel al estilo Strokes. “Why Are Sundays So Depressing”, “Not The Shame Anymore” y “Ode To The Mets” tienen algo del guitarreo de los setenta y del pop de los ochenta que fue apareciendo en el grupo con el correr de los años. La batería alterna entre la rabia de la juventud y la pausa de estas cuatro décadas que ya peinan los músicos. Hammond juega más al servicio de la canción que a lucir sus virtudes personales. Finos arpegios para acompañar, a veces alguna nota más estridente para romper el clima, otras un punteo característico del género garagero que mal llaman tantos “rock alternativo”. El guitarrista se luce apelando a la sencillez.


El disco contó con la producción de uno que sabe a la hora de revivir leyendas: Rick Rubin. Por si no lo conocen, el tipo de la gran barba raleada trabajó con tanques como Aerosmith, Slayer, Beastie Boys, los Chili Peppers, ACDC y Eminem, entre otras decenas de grandes artistas del mundo. Quizás su magia este en lograr un blend entre una personalidad perdida y la búsqueda artística actual. Logrado.


El resultado de este “Nuevo Anormal” es positivo. A ver, no se van a encontrar, como dijimos anteriormente, con un disco de esos que cambian la historia del rock. La propuesta es lograda por cinco músicos que a las claras no se llevan de diez, que desde que debutaron tienen el mote de “salvadores del rock” y que sencillamente se propusieron hacer un álbum de canciones. El recorrido es musicalmente extenso e intenso, acertadamente corto, lejos de los hits de las grandes radios, pero sumamente agradable.

The Strokes volvió en silencio. Volvió con un disco disfrutable, sin grandes aspiraciones. Volvió a las bases y supo dejar atrás el amargo trago de Comedown Machine. Quizás sea hora de quitarles el peso de salvadores, dejarlos ser y esperar que tras algunos pasos pequeños vuelvan a darnos una obra maestra como fue Is This It hace ya casi veinte años.

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