¿Qué tienen que ver Samanta de Bake off, J.K Rowling, La Bersuit, Amalia Granata y Twitter con la cultura de la cancelación? Encontramos juntos un ápice de información entre tantos haters y especialistas en todo.
Comencemos definiendo, ¿qué es la cultura de la cancelación? La “Cultura de la Cancelación” es un “fenómeno” dado por una persona o un grupo de personas consumidoras de cultura que opta por parar, dejar o directamente no consumir a un artista (léase escritor, director, actor, músico o demás hierbas), por estar en desacuerdo con ideas o actos que este pregone. En síntesis, es un adiós para siempre pero pegando un portazo.
¡Pero todo no es lo mismo! Las causales que lleven a un artista a ser cancelad@ son principalmente dos:
En un primer nivel, podes estar en desacuerdo con un artista por una declaración o pensamiento en el orden político, étnico/racial o de pronunciación frente a una determinada situación. El más reciente ejemplo es la autora de Harry Potter, J.K Rowling, que por sus declaraciones (transfóbicas por cierto) fue repudiada en Twitter. ¿Harry Potter debería ser dejado de leer y sus películas menospreciadas? Seria una exageración por parte de la audiencia, pero ahora sabes que quien creó ese mundo de magia y fantasía, es un poco cabeza de termo. Acá funciona como un termómetro, ¿no?
Ahora, si el artista está involucrado en una situación como lo es un delito, los casos que resuenan generalmente son sobre abusos sexuales, discrepamos con él pero llevándolo a otro nivel. Pero, ¿cómo no nos va a chocar haber empatizado con alguien capaz de semejantes actos? Uno podrá recordar casos más resonantes como el de Michael Jackson o Kevin Spacey (aun sin condena aparente). Un caso en Argentina puede ser el guitarrista de La Bersuit acusado por su propia hija de haber sido abusada. En este caso ni la justicia, ni la condena social podrá reparar el daño inconmensurable que esta mujer ha sufrido. En fin, la cancelación.
Movimientos en EE. UU. como el “Me too” , el Colectivo Argentino de Actrices o “No nos callamos más” han sido clave para desenmascarar y exponer a esos falsos “ídolos” y figuras públicas en actitudes, que del telón para afuera a priori, no hubiésemos sabido. Existe como contrapartida otro sector, que se preguntará seguramente: ¿cómo estaba vestida? ¿Por qué había bebido? O peor, ¿qué habría hecho tal persona para provocar tamaña reacción de ese violador? Si, estaríamos sentados en la mesa de Mirtha Legrand seguramente.
Una idea casi hermanada con lo que hablamos más arriba, ¿se puede separar la obra del artista? Encontramos una excusa perfecta para hablar del arte. Subjetivo, libre y que tiene un valor en sí. En muchos casos por la misma industria, elegimos una película porque actúa tal o leemos un libro porque lo escribió aquel.
¿Es necesario cancelar entonces? Aunque sea mucho más entretenido no separar la obra del artista, hay muchos de ellos que no resisten el más mínimo archivo. Renegar tampoco tiene mucho sentido, todo el consumo cultural que tenemos encima nos hace las personas que somos hoy. ¿Qué hacemos entonces, olvidamos todo aquello con lo que crecimos y que descubrimos “sucio” o falto de moral después? ¿Nos hace ruido que gente de mierda cree cosas que nos gustan o conmueven? Grato recuerdo de que el mundo es un lugar flojo de papeles.
Ahora sí, podemos por otro lado cuestionar de forma anacrónica qué tipo de espectador somos. Las distintas convergencias, entendiendo en ese combo a las redes sociales y a los videojuegos, han ayudado a cambiar la forma en que consumimos contenido. Podemos ser entonces espectadores pasivos, que hacen una lectura más superficial de “la película” o podemos ser espectadores más activos, que cuestionan las decisiones “del director de la película”. Esta evolución de los espectadores también supone una evolución del artista. Analizar errores del pasado nos lleva a no cometerlos. Nosotros debemos ser mas reflexivos y tenemos el poder que antes no existía de expresarnos y hasta, muchas veces, de hacerle llegar al protagonista nuestro desencanto.
Pero también, existe el consumo irónico que no deja de ser consumo. En el contexto de la lucha por el Aborto, un personaje que no era propio de la política, ni de movimientos sociales como lo es Amalia Granata, cobró una relevancia fundamental para algunos sectores en Twitter. Debate va, debate viene en las redes, Amalia se volvió una herramienta de cierto sector de la sociedad al punto de sacar casi 300.000 votos para ser Diputada Nacional. Lo que parece una joda, puede tornarse luego en un algo más importante luego, “monstruo” si se quiere. Esto corre a cuenta de quien suscribe, una persona cuya profesión/formación es figurar en la televisión porque “da para cámara” no debería nunca ser un instrumento de la política, no en un país sano.
¿Pero entonces Granata llegó a diputada por sus cruces en Twitter? No, ni en pedo. Pero cancelar supone muchas veces poner al victimario en víctima. Esto hace que recobre otra importancia. Es parte de crear al monstruo también o un mártir para otros. Como existen detractores, existen quienes apoyan escudados en el “anda saber qué”. Si existe un grupo de odio, existe uno de amor, es así de fácil.
El último caso que viene bien, por lo fresco que es, es el de Samanta la participante de Bake Off. Fue criticada y hasta insultada por la tribuna de Twitter. No estoy de acuerdo con algo, perfecto. ¿Pero cambia algo si me burlo, si le falto el respeto? Tampoco. Samanta mintió en su CV, ¿nosotros no lo hicimos alguna vez? Seamos coherentes y no pidamos lo que no podemos dar.
Cuando algo nos cause rechazo, lo más simple será analizarlo e intentar descubrir qué está mal para nosotros. En algunos casos se podrá solucionar con un cartel de advertencia antes de comenzar la película, una aclaración sobre un libro en el caso de autor o ir con la justicia en otros.
Cancelar supone que algo no existe, entonces su problemática tampoco. Por lo que es mejor y mas sano, disentir o expresar nuestro disgusto frente a algo que nos parece que esta mal o que falta al sentido de moral y del bien que construimos como sociedad, sino todo será cancelado y moriremos de cancelación.