El reconocido músico y productor habló en Radio Gráfica sobre su profesión, la influencia de Santaolalla y qué buscar al momento de elegir con quién producir un material.
Luciano Farelli, el “Tano”, es parte de la nueva generación de productores musicales argentinos. Compositor, músico, versátil y melómano, no esquiva desafíos que lo saquen de su zona de confort. “En todos los géneros uno encuentra la rama de dónde agarrarse. Donde te emocione. Con un acorde, una melodía o una frase, el lenguaje más profundo termina siendo el mismo”.
Miembro de la banda Parteplaneta, con una trayectoria que incluye trabajos con bandas como Bigger, Finnegans, Marilina Bertoldi o Carajo, hizo la experiencia a los golpes. “Es fundamental experimentar muchísimo. Hay muchas cuestiones que se descubren equivocándote”, planteó al aire de Radio Gráfica mientras desandaba los caminos de su carrera y la producción musical.
En la entrevista Farelli explicó brevemente qué características tienen hoy los productores más jóvenes. Elogió la capacidad abarcativa que se puede desarrollar tanto en la composición, estructuración o instrumentación del tema. Como así también en lo que refiere a ingeniería en sonido, el diseño sonoro de un disco o artista y su desarrollo.
A su vez, comentó por dónde se comienza a trabajar con un artista nuevo. “Vas encontrando el lugar donde hace falta hacer hincapié”. Ejemplificó con grupos que tienen resuelto determinado perfil, y no otro dentro de su propuesta. “Hay bandas que tal vez tienen muy resuelto el tipo de sonido, pero hace falta hacer hincapié en la forma y arreglos de las canciones, o viceversa. Uno tiene que ir encontrando ese lugar donde hace falta. Cuando uno acierta en eso el resto fluye bastante bien”.
Desandando su carrera, el “Tano” recuerda sus comienzos en la música ya con la grabación presente. "Arranque a tocar la guitarra a los diez años y experimentaba mucho grabándome. Siempre me vi sumergido en ese entorno. Cambia mucho la percepción, cuando te escuchas te sentís raro, es un ejercicio de aceptación grabarse”. Se formó en Rosario y en 2009 puso rumbo a Buenos Aires con el objetivo bien claro: dedicarse pura y exclusivamente a la grabación. “Comencé en un estudio de Villa del Parque como asistente. Juntaba cables, ordenaba el estudio, ayudaba en lo que hacía falta. Así fui aprendiendo, conociendo gente”. Destacó las oportunidades que se fueron presentando con los años para comenzar a trabajar por su cuenta e ir generando una relación con variados artistas.
Hoy Farelli cuenta con su propio sello, Oceanía Records, que se aboca a la búsqueda de artistas audaces, vanguardistas y trascendentales. Esto significa un enorme desafío para Luciano, formado en la música pesada, pero ávido de buscar nuevos retos. “Disfruto mucho cuando se me presenta un escenario distinto, es un desafío y está buenísimo que siga sucediendo eso”.
El músico y productor confesó que suelen ser personas muy melómanas, experimentales. Aunque también marcó claramente algunas de sus influencias en el plano internacional y nacional. “Atticus Ross junto a Trent Reznor, la mente detrás de Nine Inch Nails, que también hacen bandas de sonido de películas y videojuegos. Alan Moulder, es más ingeniero que productor, pero ha hecho discos impresionantes, de Royal Blood, de Wolfmother, por citar algunos digamos”. Al orientar la brújula en nuestro país, mencionó a un imprescindible: “A quien más respeto le tengo es a Santaolalla, empatizó muchísimo con su percepción de la realidad además de lo musical. Dentro de los productores siempre hay un misticismo que gira en torno a la profesión. Tiene que ver con la energía, con manipular grupos humanos. Los momentos creativos suelen ser de mucha tensión y catarsis emocional, el productor trabaja sobre eso, sobre las emociones. En ese sentido Santaolalla es increíble, desde Arcoíris a todo lo que ha hecho como productor”.
Pese a nombrar figuras de renombre internacional, Farelli también expresó admiración y respeto por productores de la escena emergente nacional. Una camada nueva, con sonidos y propuestas rupturistas que cada día crecen más en renombre y experiencia. “Guillermo Porro, Daiana Azar, Brian Taylor, personas con las que hemos tocado juntos, experimentado un montón de situaciones. Siempre me han dejado mucho conocimiento”.
Consultado por sus gustos musicales, destacó a Cerati, Spinetta, Radiohead y Massive Attack. La figura de Santaolalla volvió a aparecer fuertemente en este plano, aunque confesó su gusto especial por la música pesada. “Hay algunos destinos sonoros a los que arribo más rápido porque los tengo más aceitados. Puntualmente el caso de la música pesada me resulta más fácil llegar ahí, lo tengo más diseñado en mi mente”, agregó en relación con su influencia.
Farelli, a través de Oceanía, hoy trabaja con artistas tan disímiles como Amanda Pujó, Nikko, Vorderg4ng y su propia banda, Parteplaneta. El camino que destacó fue el de la experiencia. “Equipamiento, tipo de hardware, uno puede leer mucho, pero hasta que no lo utilizas, no tenés en todo claro el panorama sonoro al que puede arribar una decisión”, explicó al respecto. Y agregó, a modo de consejo, que es fundamental la perseverancia. Probar, equivocarse, aprender, volver a probar. “Cuanto más te confundas mejor, más te das cuenta de que mejorar. No tener miedo”.
Agregó que se trata de un momento interesante en el plano tecnológico para intentar comenzar en la profesión. “Hoy cualquiera que se compra una computadora con una placa de sonido y dos monitores ya puede embarcarse en este mundo sin la necesidad de comprarte un millón de cosas carísimas”.
Finalmente cambió el eje para recomendar a una banda que tener en cuenta al momento de buscar un productor: “Son clave dos factores. Artístico y humano. Uno va a buscar la sonoridad apropiada. Alguien con quien tengas confianza. En general quien se dedica a la producción tiene la capacidad de crear entornos armónicos para trabajar. Esos serían los dos factores que tendría en cuenta para elegir un productor”.
Luciano Farelli desborda experiencia obtenida en el camino de la prueba y el hacer. Parte de una generación nueva que no le tiene miedo a experimentar sonoridades rupturistas y romper estructuras. La escena nacional los recibe con gusto.