Fleabag, una serie inglesa, fue furor en los premios internacionales del 2019. Creada y protagonizada por Phoebe Waller-Bridge, me pregunto cómo logró el éxito con su comedia si el humor es cosa de hombres.
La serie llegó a mis oídos cuando el año pasado se llevó todos los premios. Basta con googlear Fleabag para ver la cantidad de trofeos que, esta y su protagonista, se llevaron a casa. Pero no fue hasta este año, y el tiempo que me dejó el aislamiento, que pude comprobar que realmente cada premiación estaba en lo correcto.
Tanto la serie como su creadora, son inglesas. Y como sabrán -y si no lo saben se los comento- los ingleses se caracterizan por tener un humor bastante particular. Si bien es una comedia, no deja de ser dramática, tener golpes bajos y oscuros. Hasta diría que es perverso, en algún punto.
Pero acá hay algo más. Hay una mujer que vive en Londres, contando una comedia sobre lo que es ser una persona en este mundo. Nuestra existencia de por sí es tragicómica y la serie sabe retratar muy bien eso. Tiene dos temporadas: la primera se estrenó en 2016 y si bien en su país fue famosa, llegó al reconocimiento internacional con la segunda temporada del 2019.
La trama tiene que ver con el simple hecho de existir. De vivir en este mundo y cómo a veces nos mandamos una tras otra. Fleabag significa bolsa de pulgas y me hace pensar en si hace referencia a la serie o a nosotros que la vemos. La idea nació de un guión de teatro que pasó a ser una película, pero como era bastante largo terminó siendo una serie.
Me parece que más allá de la perspectiva de género, lo que hace Phoebe es contar y hacer humor. No habla explícitamente de empoderamiento, ni de luchas, ni de derechos; es más, es bastante sarcástica y varias veces dice que es una mala feminista. Creo que ella, su guión y actuación, son más humanas de las que desearíamos. De ahí -creo- el éxito de la serie. Los lugares incómodos, las maneras de decir, hasta cómo representa el sexo de las mujeres heterosexuales y hombres heterosexuales. Los lugares de poder, los lugares comunes y aquellos que no nos deja presenciar (cuando realmente le importa).
La marca de Fleabag es que constantemente la protagonista nos habla. Su conciencia es lo que escuchamos y vemos cuando habla directo a cámara, algo muy teatral. Cosa que ella tiene porque viene de ese ámbito. Miren si será importante que Phoebe solo tenía pensado hacer una temporada. Pero cuando le ofrecieron hacer la segunda dijo que solo lo haría, si encontraba la forma de que la protagonista tuviera nuevamente una excusa para mirar a cámara. Y lo hizo con creces.
Al ver esta serie y la manera de contar, sentí que me era muy propia. Generé una empatía que no me pasa siempre, me identificaba en eso que veía. Y es que ver humor hecho por el género femenino, no es cosa de todos los días. Por años -y yo creo que aún hoy- las mujeres hemos sido acusadas de: no ser graciosas. Me hizo pensar que, por lo menos en nuestro país, resulta muy difícil ser mujer y graciosa, cuando se nos mide con la misma vara que al humor de los varones.
Yo soy de la generación que creció viendo “Videomatch” en donde solo había una mujer. La que se reía. El resto eran varones y su humor era “de hombres”. Que la suegra, que la jermu, que los pibes y la mar en coche. Lo que sentí, esa identificación, no era la primera vez que la experimentaba. Supe que ya lo había hecho y fue con Malena Pichot. Más allá de que es un personaje controversial dentro de la opinión pública, es de las mujeres que empezó a mostrar que nosotras somos graciosas.
Si bien era una adolescente cuando “La Loca de Mierda” era furor en internet, Malena creció y nosotras con ella. Ver a una mina hablando de manera sarcástica, diciendo las cosas que decía, poniendo en relieve eso que nos pasaban me generó risas hasta las lágrimas.
A través de ella conocí a otras dos humoristas que me hacen reír hasta la carcajada. Charo López y Ana Carolina, son tremendamente graciosas. Ellas tres junto con Vanesa Strauch hacen (hacían) “Persona”, un show humorístico. Y si bien el sesgo está en todos los ámbitos, en el stand up está muy marcado. Según algunas estadísticas, de cada cinco varones que sube al escenario hay una sola mujer. Por lo que tener cuatro humoristas en cartel es algo poco usual.
“Mundillo” y “Tarde Baby” son dos producciones creadas y protagonizadas por estas mujeres que nos demostraron que el humor puede salir del chiste de la suegra. Y les recomiendo que presten mayor atención al sckech de “La familia de planta baja”, que a pesar de tener cinco años, no dejó de estar vigente (por malo o bueno que eso sea).
Así es que las mujeres si somos graciosas, tal vez no para ese humor “de hombres”.