El trío de rock celebró con su primer Teatro Flores totalmente reventado, una lista tremenda y esencia colectiva. ¿Qué el rock está muerto? Pasen a ver.
Entre truenos y relámpagos se acercaba la hora de arrancar para el barrio de Flores. A las 19 horas daban puerta y el Teatro era el lugar de encuentro. La lluvia nos agarró en pleno viaje y esquivando charcos logramos entrar. La Guapa abrió la tan esperada noche y dejó el escenario listo para que Perro Indio lo de todo, como siempre, sin importar dónde, ellos lo dan todo.
Seis años y cinco discos, Perro Indio es una banda que tiene un recorrido y hace de la palabra federal su bandera; las rutas son su segunda casa y viajan llevando su música. Este power trío que hoy nos trajo acá, con Rodrigo Alvarez en voz y guitarra, Sergio Coccaro en bajo y Cristian Gauna en batería, tres arriba, pero muchos y muchas debajo de las tablas transpirando la camiseta para que todo salga como lo soñaron.
Las luces se apagaron y como en todo cumpleaños, globos y papel picado eran arrojados al aire, así como también las voces, que festejaban a los músicos que todavía no se veían, pero se escuchaban detrás del telón rojo que ni bien se abrió todo el espacio fue uno. La manada, la ancestralidad que envuelve esa palabra, la energía, todxs en un mismo aullido.
Una lista de 18 temas que arrancó con “Largo camino al sol” tema que abre el último disco de Perro Indio y abrió la fiesta aniversario en el Teatro.
“Cara a cara con el viento,
desenredando pensamientos,
yendo siempre hacia adelante voy.
El tiempo pasa y nunca espera,
hay que hacer que valga la pena,
el sueño de cada soñador.
Volando bajo sin que nada te despiste,
en las alturas verás que construiste.
Estar tranquilo, se siente tan bien.
Por más que pese y por más que duela,
a dar la vuelta a esta gran rueda y todo estará a tu favor.
Madre tierra por favor respira,
mientras me saco las espinas,
dejo toda la locura atrás
Es hora de agarrar la carretera
y romper todas las cadenas
hay un largo camino al sol.
Volviendo un poco al origen,
sin creer tanto en lo que dicen,
abriendo paso a paso la ilusión.
Brazo de viento y mano de tierra,
ojos de fuego mirando a su manera,
y todas las estrellas para vos”
Me imagino que mientras leen la letra de la canción, si la conocen, la deben estar cantando; sino les recomiendo que vayan a escucharla, ya que la pueden encontrar en todas las plataformas digitales. Y sí, escribí toda la letra del 1er tema, creo que describe un poco todo lo que es Perro Indio. Luego sonó “Más allá de todo” y siguió “Al andar”, “Jugando con el destino”, “Los ojos del tiempo”, “La esencia”, y acá me detengo en la lista, esencia, una palabra que vale destacar; si hay algo que hizo que ese lugar que compartimos esté explotado de gente es la esencia que tiene la banda. Además de la prolijidad, el profesionalismo, el despliegue artístico y el equipo de laburo, la esencia es lo que se transmite en el aire, lo que está o no está, lo que hace que todo sea.
El ambiente de felicidad se sentía y se podía ver en cada sonrisa que brillaba en la oscuridad. Tanto arriba como abajo del escenario, en momentos donde la competencia abunda y la desunión va ganando terreno, ponerse contento por el logro del otro es, sin dudas, para festejar; emocionaba ver la emoción de la gente, feliz de este paso en la historia de esta banda que lleva adelante su sueño con humildad, esfuerzo y trabajo.
La lista seguía, “Por momentos”, “Historias nomás”, “Van a ver”, “Mente inquieta” y “Pacto entre los dos”, éste último tema ya viene sonando, es uno de los elegidos de la banda para rotar en medios de comunicación y eso se vio reflejado, algo cambio en la noche cuando sonaron los primeros acordes, ya promete ser de esos que no pueden faltar, como el que le siguió que ya se ganó el lugar de infaltable en la lista: “Mientras tanto”; y “Alma simple” que está ahí también, peleando por el puesto.
A diferencia de otras fechas donde Rodrigo se hace un set acústico, esta vuelta fue a puro rock, y como si la guitarra de Alvarez no fuera suficiente en “Fuego interior” se le sumó otra, furiosa, psicodélica y en manos de Gustavo “Chizzo” Napoli; y como si el bajo de Coccaro no fuera suficientemente aplanador, el “Tete” Iglesias apareció en escena y sumó su magia.
¿Qué el rock qué? Jaaaa! Lxs que dicen que el rock está muerto, claramente, es porque no estuvieron el domingo en el Teatro de Flores.
“Malabar” llegó entre melodías vibrantes con una letra que dice más de lo que dice y le siguió “Mi rancho” junto a “Atesorar y contemplar” delimitando el final de este encuentro, pero subo el freno de mano para destacar la tremenda puesta en escena, con la escenografía de simbologías de los animales de poder de cada integrante, retratados en los telones pintados por Marcelo Duey cuidando las espaldas de los tres músicos que festejan su 6to aniversario, sumado a una pantalla gigante a cargo de Rodrigo De Pineda, que en medio del escenario iluminaba con imágenes cada canción.
En clave de símil chacarera Gauna da los toques iniciales para así arrancar con el último tema, una canción que salió como adelanto en 2017 y en una parte dice: “me cuesta tanto andar al sol, espero la madrugada y canto mi canción, lejos tantas veces me fui con mi guitarra, quería contarle al viento lo que pensaba”; “El recuerdo” de ese sentir se resignifica con el nuevo material de estudio, y es que hay un largo camino al sol renaciendo en cada unx.
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