La serie coreana viene de copar las listas de audiencia de Netflix en el mundo, lo que deja en claro algo: con cada vez menos alcanza para llegar a ser número uno.
¿Te imaginás que perdiendo a la rayuela o al Cigarrillo 43 te metan un corchazo? No, no es la policía de Buenos Aires, es lo nuevo de Netflix que intenta combinar algo de horror, violencia y juegos infantiles en una entrega con actuaciones histriónicas y algunos giros previsibles.
La Corea buena….
Todo esto transcurre en Corea del Sur, donde en una especie de Jigsaw con más presupuesto, el dream team del Veraz se debate entre la vida y la muerte por lo que a priori parece el pozo vacante del Quini 6. En ese entramado bastante irreal, una organización del terror voyeur da las garantías para que este juego se realice en una isla perdida en el mar.
La historia gira en torno a 456 personas que le deben plata a Dios y María santísima. Todos ellos son invitados a participar de forma voluntaria al juego y su permanencia, ¿también lo es? El pequeño detalle es que en el fragor del primer juego descubren que la eliminación del mismo es la muerte, la que constituye sin dudas la única escena que no te hace cabecear en sus 9 episodios que rondan los 50 minutos. No se deje engañar en un drama con ratos de acción.
Te completamos esta reseña con algunos datos adyacentes para que no sientas que todo fue juicioso, aunque la verdad que por acá no gustó mucho y me empujó a hacer la tercera rewatch de Breaking Bad. El guión viene rumbeando desde el 2008 y es que su director, Hwang Dong-Hyuk, cambió varias veces el nombre el proyecto. Los seis desafíos de la serie están basados en juegos que los infantes surcoreanos suelen experimentar en su niñez.
Mejor ni hablemos de lo chocante de los uniformes rojos/rosas que tienen los guardias, que son un cuasi-plagio a los de La Casa de Papel: la verdad que un poco de originalidad le vendría genial a esta serie que no necesita una segunda parte. Esta reseña es tan corta como las razones por las cuales deberías ver “El Juego del Calamar”: vi luz y entré…
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