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La noche que el rock se tragó otro ídolo

Hoy hace 23 años Mark Sandman se elevó hasta hundirse en los zapatos del anochecer.


A pocos metros del nuevo milenio, un 3 de julio de 1999, en algún pueblo italiano, se escribió otro capítulo funesto en la vida del rock.


Son de esos hechos que generan pérdidas de grandes valores, pero que también le subliman esa épica irresistible que ronda el universo del rock. Moría Mark Sandman, un sábado a la noche y frente a miles de personas en medio de un show de su banda Morphine.


“Low Rock” fue el término con el que los críticos de esa época describieron la música de la banda de Massachusetts. Pero siempre fue un eufemismo de Mark para con sus coterráneos que pensaban de forma distinta; “fuck rock” y el posterior y más pegadizo “who needs a guitar” quedaría inmortalizado junto a una proliferación de discos y canciones para volar en piloto automático.



Pongamos en contexto, puesto que el contexto lo es todo: Morphine debuta en 1992 cuando edita “Good”, disco que sirve de termómetro para demostrar lo que se venía cocinando por fuera del mainstream y que a su vez demostraba su temperatura nocturna. Evocando imágenes que reflejaban sus postales callejeras, con canciones con cierto halo de misterio como “Good”, “The Saddest Song” y otras al galope frenético de “You Speak My Language”. Este fue su primer disco y ha envejecido tan vigorosamente que sirve tanto para la ruta y los mates como para animar un día pesado.


Un año más tarde, y después de su primer disco inmortal, vendría “Cure of Pain” donde Sandman volcó toda su melancolía y jirones de su humanidad en las letras de este disco. “I'm Free Now”, “Candy”, “A Head With Wings” y la diabólica “Buena” se hacen de un puñado de momentos para inmortalizar la leyenda del trío. Canciones que se cantan como un susurro sobre un vacío oscuro y cruel le dan más textura a la banda, como si la necesitara. Después vinieron "Yes" en 1995 y "Like Swimming" en 1997 y hasta ahí llegaría su registro discográfico.



Sobre Mark podremos decir que tuvo una vida muy dura (acaso Morphine fue la banda sonora que le imprimió la épica de aquellos años vividos), donde que sus padres no apoyaran su camino como músico sería lo menos terrible. Fue expulsado de su casa a muy temprana edad, vivió en la calle y trabajó de cualquier cosa con tal de alimentar su único sueño: ser músico. Fue pescador, juntaba hongos y vendía marihuana, un verdadero emprendedor. En medio de la debacle de su vida en las calles perdió a su hermano menor Roger, situación que luego plasma en una muy linda canción llamada “Bye Bye Johnny”.


Morphine visitó una vez Argentina, en el año 1997, con tres fechas en el bar Dr. Jekyll en Belgrano, en el marco de la gira de su disco “Like a Swimming”. Cuenta la leyenda que, entre otras cosas, comieron orejas de cerdo y que años más tarde de alguna forma pegaron onda con Sergio Dawi, saxofonista de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota.


Lo cierto y aparente es que Morphine fue una banda fuera de serie y que Mark Sandman, su alma máter, empezó a cavar su tumba nota por nota desde el día que eligió tocar un bajo sin trastes y con dos o tres cuerdas. El resto es historia, early to bed.




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