Una miniserie, una autobiografía y el mensaje de que salir de los vínculos tóxicos, independizarse y crecer siendo madre soltera es posible.
Las cosas por limpiar es una de las producciones más vistas en la Argentina esta semana. Se estrenó el 1° de octubre en la plataforma de streaming más conocida y cuenta la conmovedora historia de una mujer que debió salir de una relación abusiva, enfrentarse a la pobreza y al desempleo, e insistir dentro de un sistema que no está preparado para acudir a las mujeres. Con un objetivo claro, poder darle a su hija, Maddy, una vida mejor.
La historia se inspira en los eventos que le ocurrieron a Stephanie Land, una escritora que relata cómo salió adelante cuando quedó embarazada sin haberlo planeado, y a su vez estando atrapada en un ambiente familiar violento. Stephanie escribió un libro, una autobiografía contando su historia y todas las piedras que tuvo que levantar en el camino para que su hija pueda tener una vida digna lejos de la violencia.
La historia comienza con Alex, escapando con Maddy en brazos, luego de un episodio violento de parte de Sean, padre de la niña. Juntas atraviesan diferentes situaciones, maltratos, desconfianza de la gente y hasta el destrato de su familia porque no la cuidaban a ella sino que lo encubrían a él. A lo largo de los diez episodios de esta miniserie podemos ver cómo la protagonista encuentra un hogar en un refugio para mujeres, enfrenta el abuso de su esposo, lucha por la tenencia de su niña, lidia con una madre mentalmente inestable y descubre que su padre también maltrataba físicamente a su progenitora. Todo eso sucede mientras ella, sola, intenta conseguir un empleo, darle una casa y comida a su hija y alejarse de la violencia que ejerce su pareja.
Por supuesto que cada historia es única, ni la historia que representa esta ficción está hecha al pie de la letra, pero lo que sí puede resultar conocido, y lamentablemente repetitivo, es el ciclo de violencia al que siempre nos terminamos enfrentando. Y del que es muy difícil salir. Y una vez que estás fuera, llegás a sentir que no merecés estar bien y creés en la necesidad de regresar. Y ahí empieza de nuevo, las situaciones se repiten, la violencia se incrementa, la impotencia es moneda corriente y la despersonalización de una arrasa con todo proyecto de vida y con las ganas de progresar. Caés literalmente en un pozo del que cada vez resulta más difícil salir.
Esta serie expone no sólo las fallas del sistema para acompañar a las mujeres violentadas, los programas de asistencia que son pura burocracia y papeleo, sino también la falta de conciencia acerca de lo que es y lo que no es la violencia. Y, además, las consecuencias que genera en quienes la sufrieron a lo largo de su vida. En Las Cosas por Limpiar, Alex refleja esos traumas mediante ataques de pánico, y es que sí, eran demasiadas cosas para sobrellevar estando absolutamente sola.
Uno de los grandes debates que se da a lo largo de la serie corresponde al desconocimiento sobre la violencia, no solo emocional, sino también la doméstica. Muchas veces las mujeres que se enfrentan a este tipo de situaciones tardan mucho tiempo en darse cuenta qué es y qué no es violencia. Cuando una se encuentra sumergida dentro de un círculo, es muy difícil comprender que no todo es responsabilidad de una, aunque sí es decisión de uno mismo salir de ahí.
Esta serie representa la historia de millones de mujeres, que atraviesan día a día situaciones como las de Alex y Stephanie. Todas diferentes, todas con contextos y realidades muy distintas. Pero son mujeres desamparadas que quieren salir y no tienen cómo. Y que muchas veces salen, pero terminan regresando porque la despersonalización es tal que termina predominando la dependencia a que lo que ya es malo no puede ser peor.
Efectivamente, Las Cosas por Limpiar es un golpe de realidad, un reflejo de la lucha de las mujeres, madres solteras, que sobreviven y tienen la suerte de contarlo. Y deja en claro cuánto hace falta repensar este sistema, en el que predomina un patriarcado que calla y omite, violenta y psicopatea al mal llamado "sexo débil", solo porque tienen la suerte de que el sistema esté hecho para ellos.
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