Increíble, maravillosa, espectacular, electrizante, llena de matices, genial, super rockera y más funk aún. Si adjetivar es divertido, imaginate escuchar el cuarto disco solista de Marilina.
De verdad que no era para nada fácil sacar un trabajo que sucediera a “Prender un Fuego”. Son de esos discos que pueden valer una carrera. Después te acordas que estamos hablando de Marilina Bertoldi y un poco se te pasa. Si vamos a la etimología no vamos a entender mucho, si vamos a los porqués, la artista acaba de hacer una acusación pública y nosotros tenemos la (divertida) tarea de desgranar un poco este disco.
Primero lo más fácil: son 11 canciones en casi 27 minutos. Si hace tiempo, con “Prender un fuego” en formato físico como testigo mirándome fijo, esta rockera ha optado por un formato (desde la estructura estrictamente hablando) más pop de sus composiciones. Se puede ver algo del camino que también eligió tomar allá por 2018 con muchas capas de voces y ahora también con mucho más lugar para la experimentación. Si hasta se puede escuchar a la artista cantando con autotune.
Ha pasado mucha agua por debajo del río. Un Martín Fierro y algunas relaciones fallidas. Todo esto se cuela en las letras de la artista. Si en otros discos había aún cierta solemnidad a la hora de componer pensando el amor en canciones como “Enterrarte” ahora es otra persona la que escribe canciones como “Amuleto”. Lo de siempre y lo que más nos gusta: guitarras al frente, que van y vienen al punto de trenzarse. Riff rockeros de esos que nos gustan y lo antes mencionado, capas y capas y capas y capas de voces. A tonel. Las baterías que eligió Marilina para acompañarse en “Mojigata” en principio no difieren mucho de “Prender un Fuego” pero hay algo de un galope constante del álbum que no termina de tomar un rumbo, es un stand by permanente.
No pienso mencionar a Gustavo Ceratti, a los Red Hot Chilli Pappers ni a Beck. Marilina suena a Marilina en guitarras, voces, bajos y baterías. No más preguntas señor juez.
Si hay correlación, desde el sonido, las letras y hasta lo estético. “Claro ma” es prima hermana de “Fumar de día” y hasta de “Racat” desde la dialéctica hasta los riffs. “Es poderoso” es acaso lo más light y menos procesado en términos de sonido del disco. La belleza está en la nobleza de los (recursos) acordes utilizados. Hay una rap old school en “Pucho” y los infaltables diálogos con ella misma en “Junto boludeces”.
Si necesitaba alguna mínima evidencia para sostener mi teoría “del galope” de las baterías en el video de “La cena” el leit motiv gauchx confirma la idea. Marilina desafía al rock y a dios junto a Maria Riot, música y activista por los derechos de las trabajadoras sexuales. Los audiovisuales del disco son 3: “La Cena”, “Amuleto” con Javiera Mena y “Cosa Mía”. Todos con mujeres acompañando a Marilina que va desde rockstar a peona de campo. Lo interesante son los elementos que se repiten en los clips.
Es un disco moderno que en la historia no sabría si ubicar detrás de “Prender un fuego” no en términos de importancia sino de influencia y destino. Es decir, suena a ser precursor del disco que le valió a la artista el Martín Fierro. Rock, pop y funk en un disco que lejos está de pasar desapercibido y que ya fue anunciado será presentado en vivo en el Luna Park el 19 de julio.
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