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¿Quién necesita una guitarra?

A pasos del nuevo milenio, en medio de una gira y con el cuerpo maltratado del trajín que significó su vida desde muy jóven, la luz de Mark se apagó para siempre


A pasos del nuevo milenio, en medio de una gira y con el cuerpo maltratado del trajín que significó su vida desde muy jóven, la luz de Mark se apagó para siempre. Una palabra quedó resonando más allá del acorde final y tiñó la leyenda del músico con un aire espeso, desde el que hoy, 23 años después, aún no nos deja ver bien. Esta es una aproximación a la historia de Mark Sandman, líder de Morphine.

¿Quién necesita una guitarra?


Pescador, recolector de hongos, vendedor de marihuana y buscavidas. La vida tradicional a la que sus padres aspiraban para él y la pérdida temprana de su hermano ejectaron muy rápido a Mark de su casa. Él ansiaba una sola cosa, ser músico.





Lo cierto y aparente es que Morphine, banda dueña de un estilo único y de un swing hipnótico y denso marcaron aquellos años en Massachusetts. Low rock, y luego, fuck rock fueron algunas de las máximas expresiones del pensar de Mark que desafiaba a los críticos sobre dónde emplazar el género musical que transcurría arriba del escenario y en los discos.


Las andanzas en la calle y los fatos, su bajo con dos cuerdas y el slide, el saxo y una batería con mucho swing y la voz ronca de Mark: todos condimentos especiales y perfectamente sublimados le dieron vida propia a Morphine que podía despedirse de su hermano en “Bye Bye Johnny” , ser autorreferencial hasta el hastío en “Cure for pain” e incluso parlar con el más allá como en “Buena”.


Un tendal de discos -”Good”, “Cure for Pain”, “Yes” y “Like a Swimming”- para disfrutar al ras del frío que azota las calle porteñas, de acá o de allá, nunca importó mucho el lugar para Mark y su música. Postal desoladora de la crudeza con la que se vive en la ciudad.


La música que dejó Mark Sandman en su paso por la tierra, es un arma aún caliente luego de su disparo, su bajo se desliza como una serpiente por los oídos de quienes hemos tenido la suerte de toparnos con él y el humo del saxofón se sigue cortoneando en las calles de la ciudad, de todo el mundo. Mark se fue “early to bed” pero la pregunta sigue ahí:


¿Quién necesita una guitarra?


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