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Rompan Todo: ¿Qué historia nos quieren contar?

Notorias ausencias y concepciones foráneas de genios argentinos nos obligan a buscar la intención que hubo en el planteo elegido por la miniserie.

Definitivamente Rompan Todo logró uno de sus objetivos: ponerse en el epicentro del debate del rock nacional y Latinoamericano. El material fue producido por Gustavo Santaolalla, un dato relevante para entender algunas ausencias durante el recorrido. Sin dejar este detalle a un costado, vamos a intentar hilar un poco más fino. Se ha analizado mucho y bien lo que deja este producto. Los faltantes, los incontables memes que pasan factura al excesivo protagonismo del productor o algunos protagonistas cuya música no condice con el título propuesto. Pero una pregunta que nos tenemos que hacer es ¿Qué historia nos quieren contar?


Gustavo Santaolalla, el productor

Paremos la pelota, veamos quien es Gustavo Santaolalla. En Argentina tuvo un fugaz pasar como músico de la banda Arco Iris, disuelta en 1975. Se exilió en Estados Unidos poco tiempo después del golpe cívico-militar de 1976. Desde 1978, Gustavo Santaolalla vive en Los Ángeles, Estados Unidos. Su reconocimiento llegó años más tarde. Como productor trabajó con varias de las bandas que aparecen durante el documental, en discos fundamentales para la década del 90´ dentro de la industria. Este siglo lo posicionó en Hollywood y el mundo como compositor de bandas sonoras de cine y videojuegos. Promediando la mini serie es el propio Santaolalla quien menciona que “el rock se había vuelto parte del establishment”. Paradójico, ¿Rompan Todo que representa entonces?, poco que ver con la frase icónica de Billy Bond en aquel tristemente célebre recital que terminó en batalla campal. Gustavo Santaolalla, en su análisis, sincera quizás inconscientemente donde se encuentra parado en el amplio mapa del rock mundial: el establishment.


A partir de esta observación podemos entender que nos propone este documental. Se ha defendido la libertad de elección de una producción liberal, válido. Lo cierto es que es inevitable poner un alto a la cuestión. ¿El rock en nuestro país tiene algo que ver con el recorrido de Rompan Todo? Es cierto que nos debemos un reconocimiento a figuras primigenias del género, a quienes artistas como La Renga han reivindicado en vida (curiosamente la banda de Mataderos, una de las más convocantes del país, no es siquiera nombrada). Si analizando nuestra historia vemos ausencias y un recorte comercial más que evidente, uno se tiene que preguntar también, ¿Qué historia nos mostraron de Chile, Colombia, México, Uruguay? Para el caso, Brasil no es ni tenido en cuenta.

La cultura popular

Pero volvamos a nuestro lugar de pertenencia. Ausencias. Es necesario buscar un patrón. La cultura popular e independiente. Podemos ejemplificarlo con mucha simpleza: Los Redondos. Ese producto argentino del rock nacional por excelencia, reducido a una mención que es una falta de respeto por su reduccionismo barato. Relatos sobre la convocatoria masiva para una banda que aparece durante pocos minutos, en su apogeo transitando los 90´. Para esos años la banda platense contaba con 20 años de recorrido en la total independencia, pasando de la bohemia clase media a su adopción por parte de los descamisados sociales que los hicieron bandera. Un suceso ineludible en nuestra historia, reducido a que fue una banda que supo “manejar la mística”. Hablamos de una omisión que no debe ser tomada como azarosa.


Seguimos en la barriada. El rock se ha nutrido mucho de géneros que son casi parte de la misma raíz. El caso del punk y el heavy. Con algunas declaraciones dice presente Pil Trafa de Los Violadores. ¿El metal? Ni una mención. Riff, V8, Hermética, Almafuerte, Malón, Horcas. Todo un movimiento que fue canto popular durante la convulsionada vuelta a la democracia y el voraz liberalismo de Carlos Menem, no fue digno de una mención. Si hablamos de romper todo, el metal pesado nacional no puede ser desestimado. ¿Ignorancia o intención?

Los marcianos

Hay otro aspecto de absoluta relevancia que no podemos dejar de lado cuando vemos Rompan Todo. Dos figuras de nuestro rock son enaltecidas como grandes del movimiento continental. Charly García y Gustavo Cerati. Sin dudas justificado su reconocimiento, estamos hablando de dos de los máximos exponentes del rock nacional y Latinoamericano. El quid de la cuestión está en el enfoque. Arrancamos por Charly.


Con un muy liviano comienzo se recorren sus años en Serú Girán y Sui Generis (de La Máquina ni hablamos). Viaje a Estados Unidos, nacimiento de Clics Modernos y el boom. Charly recae en su tierra natal cual OVNI, tal cual se propone en la serie, para traernos música foránea. Esto no es explicito, como otros casos durante los seis episodios de la serie, pero hagan la tarea de revisar nuevamente ese tramo. Charly García, ícono de nuestra música, con años de trayectoria y bandas de renombre en nuestro país, había encontrado la iluminación en la tierra de la libertad y nos traía a este oscuro rincón del mundo algo que nada tuvo que ver con su sedimento cultural ya adquirido. ¿Otra vez nos vamos a preguntar si esto fue ingenuo?


En Gustavo Cerati hay otra vibra. El alma mater de Soda Stereo, gestada en las piletas del Club Atlético River Plate, como bien remarca Charly Aliberti, siempre estuvo ligado a la industria musical. Cabe destacar que no planteamos esto como un defecto del artista o la banda, pero crucial para pensar la posición que adquiere en el relato. Presentada como una de las bandas más grandes de la región, el documental va cayendo en un personalismo para con Cerati que sirve como velo de silencio para las últimas dos décadas de nuestro rock. En medio pasa como un hecho aislado, analizado con la liviandad del caso, la masacre de Cromañón. ¿Cambio de era? Una respuesta a una pregunta a la cual no la acompañan los motivos. Acá la agregamos por necesaria, ¿Qué quisieron aniquilar en Cromañón quienes forman el establishment mencionado anteriormente?


Conclusiones

El documental intenta apuntar a un cierre emotivo con un escenario futuro. Una apuesta cliché al lugar de la mujer en el rock. Casi un fan service al público moderno, desconociendo el aporte fundamental que han hecho las mujeres a la construcción del género en el continente. Esto es seguido por variados testimonios sobre el presente y futuro del movimiento. Ofensivamente el auto aclamado productor explica que el rock está en hibernación. ¿Otro síntoma de ignorancia? ¿Desconocimiento? Sería interesante invitar a Gustavo a recorrer la escena independiente, que sigue activa, lejos del establishment. Aznar apunta a un terreno más sobrio: nacimiento, explosión, consolidación.


El gusto final es agrio. El producto tiene puntos interesantes de archivo, testimonios valiosos de protagonistas de la historia, además de un acertado planteo sobre el rock como mixtura con ritmos nativos y contemporáneos. Pero es inevitable pensar en esta mini serie como un recorte liberal, nacido en el seno de la industria norteamericana, representada por Gustavo Santaolalla. Así nos ven, así nos cuentan la historia de nuestro rock. El desconocimiento popular es intencional, es la sublevación a esa industria foránea. Ya se le han dado los créditos por haber contado una parte de la historia. Ahora, nos toca contar la nuestra, y ahí sí, romper todo.

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