Luego de su doble presentación en Buenos Aires, el trío TOCH habló con RCI sobre su quinto disco, Devolviendo Luces, la búsqueda sonora de reemplazar la guitarra con un bandoneón y su experiencia en España.
Difícil tarea es la de reemplazar el trío clásico de instrumentos del rock. Batería, bajo y guitarra. Aquellos que optan por esa vía tienen la exploración como bandera. Morphine, The Doors, The Black Keys, y una lista selecta de grupos que han trascendido dejando atrás alguno de estos protagonistas titulares. En el caso de TOCH la apuesta se redobla. Sale la guitarra y entra el bandoneón, el fuelle. Una parte indisociable del alma rioplatense, pero en Córdoba.
Con esta propuesta la banda ha recorrido quince años de camino, parte de esa vida en España. Hoy se encuentran presentando su quinto disco, Devolviendo Luces, que los trajo a una doble experiencia en La Plata y Buenos Aires. Antes de volverse para sus pagos, los músicos charlaron con RCI sobre esta nueva placa que hoy se encuentran difundiendo.
“Es el quinto disco de la banda, hace quince años tocamos juntos. Nos encuentra en un momento de madurez del sonido de TOCH. Es muy particular, se formó en plena pandemia, germinó ahí. Devolviendo Luces es un poco ese deseo que teníamos de volver a tocar y girar con la banda”, comentaron. Y ese deseo se hizo carne en La Bicicletería y Xirgu, donde materializaron la propuesta de bata con Andrés Toch, bajo, Juampaio Toch, y Martín Ellena, el bandoneón. Esto es reduccionista, puesto que los músicos rotan en algunos otros instrumentos que llenan de matices este disco que han construido durante la pandemia que asoló el mundo este último tiempo.
“Al principio no sabíamos bien cómo encarar la situación”, expresaron sobre esos primeros meses de aislamiento. “No nos gustaban mucho los formatos virtuales que se usaron. Pensamos en aprovechar el tiempo para hacer música nueva. Nos dimos cuenta rápidamente que podíamos pensar en música sin pensar más allá. Nos dedicamos a jugar, a hacer bases, así fueron naciendo los temas del disco”. Así, nuevamente el norte musical salvó al grupo de un colapso que llegó a decenas de bandas nacionales.
Pero de crecimiento y patriadas, los TOCH saben bastante. En 2008 partieron a Madrid a vivir, a crecer musical y humanamente, así lo resaltan ellos. “Fue un crecimiento humano. Nos fuimos a vivir allá para vivir experiencias, nos construyó. El nivel musical se reflejó en mostrarnos en un lugar donde éramos completamente visitantes. Eso hizo más fuerte nuestra música, tuvimos que trabajar mucho para que se entienda lo que queríamos transmitir. Quizás acá en la Argentina es un lenguaje más directo, allá en España éramos un grupo exótico. Teníamos público de todo el mundo, eso nos nutrió mucho. Nos hizo fuertes como núcleo. Siempre fuimos auténticos, no modificamos lo nuestro para poder entrar más fácil”.
El retorno al suelo nativo se dio recién en 2013, ya con algunos discos en el lomo y mucha madurez. Como decíamos, la particularidad de este trío está en el reemplazo de la viola por el fuelle, inusual, por no decir inédito. “Fuimos trabajando en el sonido de la banda. Gracias a la exploración propia y el aporte de sonidistas o músicos que habían tenido experiencias similares”, coinciden. “Al ser un power trío que tiene un bandoneón ocupando el lugar de la guitarra, es algo a lo que fuimos llegando poco a poco. En este disco tenemos algunos cambios nuevos para poder poner ese instrumento al nivel de la batería y el bajo. Al no tener una referencia, tuvimos que inventarlo eso”.
El trío no solo opta por este cambio de fichas, sino que además saca al bandoneón de su zona de confort, lo ubica en géneros híbridos que se acercan al reggae, la fusión, sin olvidar los tintes folclóricos. Encontrar un sonido propio con estas características no es algo sencillo, “Llevó un tiempo largo. Sacamos el bandoneón de su estilo clásico. Le fuimos encontrando los colores que nos fueron gustando. Tuvimos que crear desde cero esa sonoridad”, aclararon a RCI.
¿Qué género hacen? Pregunta gastada en estos tiempos. Más para una banda que deambula geográfica y musicalmente por todos lados. “Nos ha tocado compartir escenario con diferentes bandas con que nos hemos sentido hermanados, no por el estilo, sino por la forma de laburo y los proyectos en común. Al tener tanta variedad propia, siempre podemos encontrarle la vuelta. Nos permite compartir festivales con cumbia, indie, folclórico, pop. No nos sentimos caracterizados en un solo lugar”, comentaron los miembros del trío. “Por ahí al ser trio sí nos nutrimos de grupos que nos gustaban. Morphine por ejemplo no tiene guitarra y tiene saxo. The Police, algunos tríos de Spinetta, nos han ido marcando el sonido mientras explorábamos”.
El camino sigue, con cinco discos de alto calibre, TOCH hace música al andar, se encuentra a sí misma en una exploración constante que tiene mucho de lúdico, de seguir jugando a la música. Algo que parece cosa sabida, pero que cada vez es más fundamental cuando el presente nos obliga a hablar el idioma del éxito.
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