A medio siglo de la salida de su primer disco repasamos la historia de la banda de Uruguay que tocó en BA Rock, innovó en el candombe beat y mostró a Rada en todo su esplendor.
Hoy nuevamente vamos a viajar en el tiempo. Como medio siglo al pasado, a los años fundacionales del rock interpretado en español. Más precisamente al otro lado del Río de la Plata, Uruguay. Vamos a escuchar, conocer y repasar la historia de Totem, una de las bandas pioneras de la República Oriental. Además, se trata del segundo grupo formado por una figura bastante conocida y querida en tierras criollas: ni más ni menos que Rubén Rada, el Negro.
Comencemos por el principio. ¿Qué es Totem? La banda nace en 1970, cuando Eduardo Useta, uno de los grandes violeros de la música uruguaya, sugiere a Rada continuar el legado de su primera banda, El Kinto. Antes de continuar es menester contextualizar El Kinto. Banda primigenia del candombe beat, formada en 1967 por Rada y Eduardo Mateo, que salía de la cultura rock del entretenimiento, para presentar una propuesta contracultural sin anclarse en copiar formatos anglosajones. Fue una de las primeras en incorporar música autóctona de Uruguay y cantar en español. La banda no gozó de gran popularidad y se separó en 1970; Rada la había abandonado en 1968, cuando partió a Perú a tocar con el pianista Mike Dogliotti.
Volvemos, ahora sí, a Totem. Con el auge de la música cantada en español, coincidente con lo que sucedía acá en Argentina, Useta le propone a Rada retomar ese camino. Nace como sexteto, con nombres de mucho peso en la cultura musical uruguaya. Rada y Useta, sumados a Mario “Chichito” Cabral, otro ex Kinto (que sería quien bautice la banda, cuyo nombre proviene de un cartel que vio en Hamburgo que decía Totem, que él asoció a la sigla “Todos Tenemos Música”), Roberto Galleti, que venía de tocar la batería junto a Useta, un ignoto Daniel Lagarde en bajo, y Enrique Rey, único de impronta totalmente rockera. Habemus Totem.
La banda comienza sus ensayos en los últimos trazos de 1970. Antes de lanzar su primer disco tuvieron una serie de shows en Uruguay. El debut fue en el Club Universitario de Salto, el 6 de diciembre, en un baile para la Juventud del Partido Comunista; luego tocarían el 7 en Paysandú y el 20 en Montevideo, sentando las bases de lo que empezaba a proponer este “supergrupo” de la naciente escena rockera uruguaya.
Para julio de 1971 sale su primer disco, homónimo, que cuenta con algunos de los clásicos de la banda como “Dedos” o “Biafra”, este último una conjunción espectacular entre una letra descarnada y parida poco antes de la dictadura de Bordaberry, y una interpretación serena y casi dulce de un Rada que ya se mostraba como una de las mejores voces dadas por el Uruguay.
Totem se grabó en los estudios ION, históricos de estos lares, en la noche del 1 de mayo del 71. La banda lo grabó en diez horas, tocando en vivo, entre la noche del sábado y la mañana del domingo. Esto fue porque De La Planta, sello con que fue grabado, tenía un acuerdo con ION (estudio que contaba con mejores equipos que los estudios orientales), para grabar en horarios que estuviera libre.
Musicalmente lo conseguido en este primer disco es una piedra fundamental en la gestación del rock uruguayo. Con una esencia muy diferente a la de Los Shakers, Totem tomaba la complejidad de El Kinto, la combinaba con el beat que llegaba al continente en esos años y le daba una impronta completamente nativa con la influencia del candombe afrolatino. La aparición de un Santana endemoniado en el documental de Woodstock es importante para entender las razones de una mayor permeabilidad popular a esta idea que Rada venía trabajando desde hacía más de un lustro.
Con este álbum, Totem se posicionó como una de las bandas más populares de Uruguay. Comenzó a agotar sus presentaciones, conseguir apariciones en TV, radio, su disco fue editado en Argentina e incluso tocó en la histórica edición del Buenos Aires Rock de 1971.
Si bien la llegada de su segundo disco, Descarga, engrosó todavía más la visibilidad del grupo, su esencia hippie y contestataria le jugó una mala pasada. Como sucedió con muchísimos artistas latinoamericanos, la ola de dictaduras impulsadas en el continente obligaron al grupo a una separación casi inevitable. Para finales de 1972 Rada y Lagarde abandonan el grupo, que llegaría a lanzar Corrupción en 1973. Este último goza de cierto respeto, pero la ausencia de Rada, que era el gran compositor del grupo, es demasiado notoria. Totem fue perdiendo popularidad y se separó en 1974 luego de un show en el Olimpia.
Hace algunos años, Rubén Rada expresó qué le faltó a Totem para llegar a la cumbre. “No tuvo tiempo. Grabamos solamente dos discos. No éramos un grupo fácil ni comercial. Pero si hubiéramos seguido un par de años, hubiéramos sido la gloria del Uruguay”.
Estos días Totem está cumpliendo medio siglo de vida. Afortunadamente, tanto en Uruguay como en Argentina, el disco y la banda comienzan a vivir días de reivindicación. Un reconocimiento necesario para una de las piedras angulares del rock criollo, otra de las enormes propuestas musicales que nos deja Rubén Rada. Otra demostración de que se podía hacer música de rock, en este lado del mundo, sin copiar el molde anglosajón.
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