Símbolo de la cultura hippie y de toda una década, nació con aspiraciones humildes y grandes bandas lo rechazaron. ¿Cómo fue realmente aquel fin de semana en la granja Bethel en 1969?
Woodstock acude a nosotros como una especie de paraíso del rock internacional. Ícono de toda una serie de músicos que se grabaron a fuego esa noche. Janis Joplin, Jimi Hendrix, Carlos Santana, Creedence, The Who, y un montón más en una jornada que comenzó el 15 de agosto de 1969 a las 17:00 y se extendió hasta la mañana del lunes 18, cuando Hendrix le puso el broche de oro con un despliegue alucinante que culminó con “Hey Joe”. Tan grande fue el impacto cultural de este festival, que con los años se han desarrollado mitos y relatos varios sobre su desarrollo. Hoy nos sumergimos a fondo en lo que pasó aquel fin de semana plagado de sexo, drogas y rock and roll.
El Festival de Música y Arte de Woodstock, tal fue su nombre completo, no fue realizado en Woodstock. Sí, así como leen, Woodstock no sucedió en Woodstock. Si bien la idea inicial era realizarlo en el pueblo de Ulster, esto desató la oposición de los pobladores que no querían a los hippies congregándose en sus calles. Fue así que el festival debió trasladarse unos 64 kilómetros, a una granja de Bethel de unas 240 hectáreas, en Nueva York, propiedad de Max Yasgur, un granjero de dicho poblado.
Si bien Woodstock ha quedado grabado a fuego en la historia del rock, su proyección previa no era tan ambiciosa. Los propios organizadores del evento no esperaban más de 60.000 personas en la granja. Los hechos superaron las expectativas, Bethel recibió entre 400 y 500 mil personas, depende a quien se le pregunte. Quizás fue el perfil de músicos convocados, quizás fue el hecho de realizarse en una granja, pero por algún motivo la cultura hippie se apropió de este encuentro. Uno de los movimientos más contraculturales de aquellos años en el país del norte le terminó de dar la mística necesaria a la conformación del festival que moldeó el rock de los sesenta. Con su oposición a la Guerra de Vietnam como bandera, en aquellas tres noches en Ulster no faltaron las drogas lisérgicas, la liberación sexual y, obviamente, el rock.
Aunque parezca extraño, pese a todos estos factores, no se registraron grandes incidentes durante el festival. Se registraron tres muertes. Una debido a una sobredosis de heroína, otra a un accidente sufrido por un asistente que se quedó dormido bajo una máquina y el último por una ruptura del apéndice. Lo que si hubo en abundancia fueron nacimientos, informalmente registrados dentro de la granja. Paz y amor.
Pero como decíamos anteriormente, Woodstock no nació pensado como lo que finalmente fue. Solo sería un festival hippie en una granja en las afueras de Nueva York. Esto no fue una motivación muy grande para los grandes grupos musicales, y varios dijeron que no a los organizadores del evento.
Entre los ausentes más destacados tenemos a Bob Dylan. Dylan vivía en el propio pueblo de Woodstock y, enojado por el acoso de los hippies durante su reclusión tras el accidente en moto, rechazó tajantemente sumarse al evento. Los Beatles fueron invitados, ya en el ocaso de su existencia, pero Lennon exigió que también incluyeran a Plastic Ono Band, la banda de su esposa Yoko. La organización rechazó su propuesta, claramente. Por otro lado, Lennon tenía la entrada bloqueada a Estados Unidos por el propio presidente Richard Nixon, debido a su participación en protestas contra Vietnam y la tenencia de Cannabis.
The Doors también fue invitada, y de hecho aceptaron la propuesta, pero considerando que el festival se iba a realizar en el Central Park. Cuando descubrieron que la sede era una granja se bajaron de la lista. Algo similar sucedió con Zeppelin, pero la banda de Robert Plant sabía que iba a ser una más en la lista y prefirieron continuar con gira propia por el sur yanqui.
A pesar de las bajas, el set list de los tres días en Woodstock fue antológico. Carlos Santana, Joan Baez, Janis Joplin, The Who, Joe Cocker, Creedence, Jimi Hendrix, Neil Young. Solo algunos destacados del cartel que comenzó su recorrido con Richie Havens en un viernes muy folk, tuvo su clímax con un sábado repleto de psicodelia y blues, y cerró con un domingo atravesado por una tormenta y un show que finalizó cerca de las diez de la mañana del lunes.
Woodstock no solo fue una de las expresiones más grandes de la historia del rock. También fue el símbolo de la década de los sesenta y de la cultura hippie en su máxima expresión. Esta es una de las razones por las que todas sus reediciones fueron un completo fracaso. Carecían de la esencia fundacional. Tuvo repetición en el 79, 89, 94 y 99. La última no solamente no estuvo a la altura, sino que terminó con disturbios, violaciones, denuncias policiales y caos entre las 200 mil personas que asistieron al show de Rome.
Hubo un intento fugaz de renacer en 2019, en manos de uno de sus fundadores, Michael Lang. La premisa comercial eran las bodas de oro del festival. La cita programada para Watking Glen fue un fracaso. Se anunciaron bandas como Greta Van Fleet, Robert Plant, The Raconteurs o Santana. Las cancelaciones y exorbitantes precios hicieron lo suyo y finalmente el show se canceló. Lejos estamos de la esencia que dio vida al Woodstock original, esa es una de las principales razones de la trunca edición siglo XXI.
Tal como sucedió hace algún tiempo con nuestro BA Rock, símbolo del rock local, los fines de la reedición eran netamente comerciales. Lo que nucleó a la cultura hippie en Bethel hace cincuenta y dos años tuvo otra esencia. La contracultura reinante por aquella época se manifestaba en contra de la guerra, del consumo desenfrenado y de las limitaciones sexuales. Hoy no estaría lejos de un Lollapalooza, una marca más amparada en la nostalgia para atraer nuevas y viejas generaciones.
En épocas en que el rock busca un norte. En que se debate sobre su vigencia y esencia. Quizás sea necesario ir a las raíces, a la historia. Pensar qué sucedía por aquellos años en que los artistas se manifestaban por sus ideales sociales y políticos. Preguntarnos por qué por estos días se elige la corrección moral y política para no caer mal. Quizás en esas preguntas podamos hallar las respuestas para mantener vivo el fuego rockero. El fuego que ardió fuerte aquel fin de semana de agosto de 1969 en la granja de Bethel.
Comments