El videojuego es un arte que aún está en pañales, no es el caso de sus hermanas, la arquitectura, la pintura o la escultura que ya poseen largos años en la trayectoria de la humanidad. Hoy en día, el término arte puede ser muy demonizado, mucho más ahora con las corrientes postmodernas. Esto no va a ser un revisionismo de qué es arte y qué no, pero, podemos trazar una comparativa entre un producto como lo es toda la saga de Call of Duty con, por ejemplo, juegos tales como Antichamber, Journey, Limbo, The Witness y pensar que no todo es un producto vacío para saciar las ventas.
Así como el jazz, que suena de fondo, responde a un determinado contexto, los videojuegos también replican sobre los intereses y gustos de los consumidores. No es ninguna casualidad que muchos de los juegos actuales tengan una base similar a el juego mencionado. Esto es algo que pone en jaque al hecho de tomar a este medio como uno artístico. Si nos ponemos un poco pedantes, podemos citar a la Escuela de Frankfurt y decir que la masividad y la creación de la industria cultural, están consumiendo todas las producciones artísticas, pero, tal vez nos estaríamos alejando muchísimo del eje de la nota. Por eso, es relevante destacar que siempre resaltan obras que tratan de romper con lo establecido, que buscan nuevas formas de expresarse, que explotan el medio de otras formas. Así que hoy traemos un juego que podría estar tranquilamente a la vista de todos en cualquier museo. Se llama Bound y este mes está gratis si posees Playstation 4 Plus. Plastic Studios, la empresa encargada de desarrollar este juego, ya estuvo jugando con estos conceptos en sus obras "Linger in Shadows" y "Datura". El primer juego, que es complejo de llamarlo así dado a la ruptura con el hecho de la interacción, expone una nueva manera de ser una pieza interactiva que posee gráficos originales. El segundo juego, es el equivalente a viajar a misiones para pegar hongos alucinógenos y resolver puzzles, el cucumelo en palabras de Rodrigo. Bajo estos antecedentes nace Bound.
La tercer obra de Plastic, es el juego que le da razón de ser a esta nota, es una experiencia que mezcla el surrealismo y la narrativa para generar una interesante composición. La historia se irá descomponiendo a medida de que vayamos jugando. Lo destacable es la forma de contar la historia, pero no lo diremos para que cada uno saque sus conclusiones a la hora de jugar. Resaltan escenarios únicos y deslumbrantes que pasan por encima a cualquier obra de Dalí. En la jugabilidad se puede ver una esencia de plataformeo y viajes al estilo Journey, pero los movimientos son tan suaves que sentís encarnar el papel de la princesa del relato.
Si no tenes prejuicios contra obras que van por caminos más vanguardistas y queres despegarte un poco del típico juego de disparar y matar, este es tu juego. Ya que la única forma de afrontar los obstáculos que se nos van a ir interponiendo es... bailando. Tal vez parezca algo raro, pero esto no trata sobre una relación de toca este botón para bailar, sino que hay distintas variaciones con los botones para bailar. Se nota un trabajo muy pulido en lo que viene siendo la kinestésica o el movimiento. Otra característica interesante es la durabilidad, ya que en un par de horas ya tenemos el juego pasado. Sentáte un rato en el sofá y aprecia esta obra.
Como último rasgo, ya que veníamos hablando sobre el arte, el juego cuenta con un modo para realizar fotografías, en donde se pueden realizar hermosas composiciones acompañadas de bellos paisajes imaginarios. Una gran forma de poner en manifiesto la exclamación de que los videojuegos son arte.
Solo queda que le eches un vistazo al trailer del E3 del año pasado, acomodarte en el living, descargarte el juego y apreciarlo. ¿Qué estás esperando?