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Romapagana: la guerrilla del rock

Desandamos los caminos del underground nacional para dar con un personaje conocido: Andrea Prodan. Quince años en una banda de pura cepa rockera.

PH: Fabián De Vita

Hay joyas de nuestro rock que se encuentran lejos de los grandes flashes. Hay que caminar la calle, los oscuros recovecos de los barrios donde todavía vive esa luz rockera rebelde de antaño. Así dimos con Romapagana, la segunda hija pródiga de la familia Prodan en Argentina. No, no es una banda tributo a Luca ni tampoco tiene temas inéditos o un trabajo de los músicos que supieron acompañar al ítalo-escoces en sus años de Sumo. Romapagana es la banda de Andrea Prodan, hermano menor del legendario músico. De pura raíz argenta, aunque con influencias que se remontan a la juventud de Andrea.


Antes de meternos de lleno en la banda repasamos rápidamente el arribo del menor de los Prodan a nuestro país. Andrea llegó en 1995 con un disco extraño bajo el brazo, Viva Voce. Este material era una obra exclusivamente de Andrea, donde emulaba todos los instrumentos con su boca. Este disco no solo marcaba un poco por dónde iba la cabeza creativa del músico, sino que también llamó la atención de algunos grosos como Peter Gabriel, que lo eligió como uno de sus discos favoritos del año. Tras algunas idas y vueltas, Andrea se radicó definitivamente en Argentina en el año 2001, en una tierra conocida para la familia Prodan, el Valle de Traslasierra en Córdoba, donde Luca supo vivir sus primeros años allá por los 80´.

Ahora sí volvemos a Romapagana. La banda fue formada en el año 2006. Además de Andrea, quien se hace cargo de la voz y la guitarra rítmica, cuenta con Fabián “Rojo” Limardo en la guitarra líder, Diego Segovia en el bajo y Christian “Pistón” Fernández en la batería. Lanzó un solo disco hasta el momento, 11. Este material independiente cuenta con once canciones y se presentó el 31 de diciembre de 2009.


Romapagana es catalogada como punk o post punk por gran parte de la prensa nacional. La realidad es que gran parte del sonido del disco está muy lejos de eso y lo encasilla innecesariamente, lo limita. Se percibe la influencia de bandas como The Clash, además de la visceralidad y desfachatez de los mejores años del género en las calles de Gran Bretaña, donde tanto Luca como Andrea acudieron en su juventud. Pero cuando uno empieza a escuchar las canciones de Romapagana la primera imagen que llega a nuestros oídos es la de esa visceralidad de Jimi Hendrix o incluso algo de la psicodelia que aparecía en The Doors.


La relación con Sumo es inevitable, pero dura poco tiempo. El acento “tano” de Luca aparece en el estilo de Andrea, el tinte de voz es familiar. La clave está en la música. Si Sumo tenía más vínculos con el reggae o las vertientes electrónicas de su época, en Romapagana el rock atraviesa toda la banda como un hachazo. Tanto Andrea como Limardo dialogan con dos guitarras virulentas, bien agresivas. El sonido es urbano, sucio e imperfecto. Se aleja por elección de la corrección musical, al igual que sucedía con Sumo en su tiempo.

La propia definición que hace Andrea sobre Romapagana es que son una “guerrilla rockera”. Ellos entran al escenario, rompen, disparan rock, y se van. Sus letras tienen críticas sociales y reflejan algunos retratos urbanos de esa impronta underground que portan desde su génesis. Si bien la mayoría de sus canciones son en inglés, Andrea explicó que para su “cabecita retro” el rock era inglés, y él se sentía cómodo componiendo y escuchándolo en ese idioma (así como expresó que el tango le parece mejor disfrutarlo en español que en otros idiomas).


La primera tríada de temas de 11 es rockera y bien setentosa. “Ordeñaste, Mi Amor?”, “Consummer Waterfall” y “Fly By Wire” son rock puro. Esas que expresan la idea de Andrea del “avión de guerra del rock”. “Waco” se mete de lleno en la psicodelia; por momentos recuerda los años iniciales de Sumo, por momentos nos lleva a los Doors y los climas generados por Jim Morrison. “The Great British Mistake” y “School Jerk” son los primeros punks del disco, ahí se nota fuertemente la influencia de The Clash. Temas cortos, al palo y con el clásico tempo punkoso.


En “Hunk” vuelven las distorsiones exageradas y el ruido. Volvemos a retroceder en el tiempo a los años de Woodstock. Entramos en la parte más “Sumo” del disco: “Minister” y “Mosquito Horror” deambulan por una psicodelia ochentosa y una melodía pastosa y lenta. Rompe el clima “Citizen” con un rock de garaje juvenil y pegadizo. Cierra “Sons of the Star-spangled Banner”, un recorrido de seis minutos de una canción que suena casi improvisada, con solos de viola que entran y salen, la voz de Andrea enmarcando todo en un misticismo que juega con ritmos árabes y un fade que deja lugar a una zapada agresiva y fuera de orden.

En vivo Romapagana es un caos. Ese caos con improvisación constante y sólida amparada en sus quince años de carrera juntos. Ahí radica quizás el vínculo más fuerte con la propuesta que traía Sumo en sus nóveles años. Además, han exportado su rock a las calles italianas. Tocaron en Roma y Bologna, tierras nativas de los Prodan. Andrea anhela sumar una visita a China, tierra natal de su madre, para interpretar una versión rockera de La Juventud es Roja, clásico de la cultura oriental que despertó buenas repercusiones al tocarlo en el Barrio Chino hace algunos años.



La banda de Andrea Prodan mantiene viva esa cultura under que su hermano supo defender muy bien. Con su impronta y sus influencias propias. Hizo un recorrido que, sin renegar del vínculo con una figura gigante de nuestro rock, creó su propia personalidad. Romapagana es Prodan, es nacional y es una de las bandas que vale la pena conocer de nuestro under local.

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