El trío presentó la segunda parte de la trilogía que comenzó en “¿Qué Nos Pasó?”. La versatilidad y los climas se espesan en esta tríada de canciones que nos llevan en un trip musical inevitable.
La etiqueta que más fácil le cae a Romphonics es Indie Rock. Quizás por los tiempos que corren. Quizás porque el Indie suele recibir en sus filas a gran parte de las bandas que salen de sus propios límites. Hay varias teorías, pero al final, ¿para qué sirve la etiqueta? Romphonics es una propuesta musical que crece, eso es lo primero que vamos a ver cuando escuchemos “El Escape”, esta nueva entrega del trío al que los límites no le caben.
Antes de arrancar con el viaje, algunos datos necesarios. Romphonics está integrada por Rommel Rey en viola y voz, Daniel Otero en bajo y Hum Pérez en guitarra. Están transitando su sexto año de existencia y al momento cuentan con un solo disco de estudio (Uno, lanzado en 2016), y varios EPs y sencillos. El último era “¿Qué Nos Pasó?”, que paradójicamente inaugura la trilogía musical que estaremos desandando más abajo con “El Escape”. Este último fue grabado entre Buenos Aires y West Palm Beach (Florida) y muestra un salto cuantitativo en la producción y fineza de las canciones de la banda.
“El Escape” arranca con la propuesta más psico del EP, “We Don't Let it Go”. La banda tira el offside y no hay quien no quede enganchado. ¿Es indie? Las teclas arman un colchón musical que se aleja del rock, pero nos mantiene en vilo. El tema es pesado, oscuro, las líricas están casi en segundo plano, el cambio de idioma favorece profundamente a que la atención quede completamente orientada a los climas que van desarrollándose en clave floydiana durante casi tres minutos de trance.
El rock no podía estar ausente. “¿Cuánto Más?” nos mete un cross de derecha al mentón y muestra toda la visceralidad que la banda puede desplegar. Una batería bien jazzrockera con violas crudas y una letra pegadiza. Los condimentos necesarios para mover el piecito. La canción no abusa de arreglos y producción, pero está cuidada para no descuidar ningún detalle. Si unos minutos antes Romphonics nos proponía un trip psicodélico, en este tramo del viaje hacemos un alto en un garaje noventoso para escuchar eso que queremos escupir en los años más jóvenes, bien sanguíneo y poderoso.
En la última parada, que da nombre al disco, la cosa arranca con una hipotética continuidad rockera. Error. La banda gira rápidamente al tema más pop de la tríada. Una voz un poco más melódica, menos podrida, bien acompañada por una base veloz, aunque sin tanto protagonismo de la batería. Las guitarras ceden algo de violencia para dar un contexto más ameno y esperanzador. El tramo final del tema se presta a un solo in crescendo que nos suelta bien arriba con un corte seco. ¿Ya se acabó? Sí, así te deja este plato fuerte de Romphonics.
Como anticipaba, tildar de indie rock a la propuesta de Romphonics es un tanto limitado. El recorrido va atravesando distintos climas, estilos y espacios temporales. Finaliza antes de cansar, dejando la sensación de un hambre sin saciar. Por suerte todavía nos queda un capitulo de esta historia: “El Camino”. La banda crece mientras lo recorre, lo que vimos no es similar a la primera entrega de esta trilogía, quizás tampoco sea similar a lo que nos muestre el final. Pero al fin y al cabo, ¿es posible ser los mismos al comenzar que al terminar un viaje? Por acá creemos y militamos que no, y se ve que para Romphonics, tampoco.
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